domingo, 3 de julio de 2011

RoboCop


En 1987, Paul Verhoeven dirigió uno de los filmes de culto de la ciencia ficción y el cyberpunk: RoboCop. Esta película nos lleva hacia una decadente Detroit, donde el crimen es moneda de todos los días. La mega corporación Omni-Consumer Products se hace cargo de la ciudad para reemplazarla por la utópica Delta City y su primer paso es la administración de la policía para combatir esta rampante criminalidad. Alex Murphy (Peter Weller) es uno de estos policías, asesinado brutalmente por la banda de Clarence Boddicker (Kurthwood Smith). Bob Morton es un joven ejecutivo de OCP que lleva adelante el proyecto de RoboCop. La corporación, ahora dueña del cuerpo de Murphy, lo resucita como un cyborg. Sin embargo, la automatización de RoboCop comienza a presentar fisuras y retorna su conciencia humana, terminando la película cuando éste acaba con la banda de Boddicker y con el corrupto vicepresidente de OCP, Dick Jones.

No se puede empezar un análisis sin una previa contextualización de lo que llamaremos la estética cyberpunk, de la cual el cyborg se instituye como uno de sus principales íconos. Este género se caracteriza por presentarnos una visión distópica de la sociedad, donde el ser humano ve avasallada su singularidad por bloques normativos, que pueden ser estados totalitarios o megacorporaciones.
Un tema básico es, como adelanté, el cyborg o algún tipo de fusión entre hombre y máquinas. Otra variable es la omnipresencia de la misma mass media, y luego la emergencia de Internet, que permiten dos lecturas. Una es la simultaneidad del individuo, pues está en todos lados al mismo tiempo, recibiendo información y compartiéndola o compartiéndose pero otra lectura sugiere una nueva tecnología de observación de un otro que nos observa a través de esos canales.



Si bien, todas estas dimensiones son trabajadas en la película de Verhoeven, resulta ocioso discutir que el cuerpo humano es el protagonista principal. Luego de ser brutalmente destrozado, el cuerpo de Murphy pasa por distintas operaciones y mutilaciones, físicas y en la psique del sujeto, hasta convertirse en un cyborg. Una de las escenas más crudas de esta metamorfosis física, es cuando una de las doctoras logra salvar un brazo y Morton furioso demanda amputárselo por completo para seguir usando las prótesis. Si algo es recurrente en el cyberpunk, es precisamente esta violencia en lo real del cuerpo y cómo desde diversos espacios de poder se coloniza al ser humano. Aquí es importante rescatar las ideas de Néstor Batistelli sobre el cyberpunk.

“En el relato cyberpunk es el propio cuerpo el que se convierte en protagonista, al ser alterado por las drogas de diseño o la tecnología de los implantes y las prótesis electrónicas… otra de sus características genéricas es presentarnos un escenario próximo a la distopía, en el que hemos de aceptar con resignado fatalismo nuestro incierto destino y en el que el poder se encuentra en manos de las multinacionales, por lo que la supervivencia, conservando una ética elemental, es el objetivo básico” .

Dick Jones y el ED 209

Precisamente, OCP es el segundo protagonista de la película. Como megacorporación, encarna el capitalismo en su estado más puro y salvaje. Ejerce un control monopólico sobre diversos mercados, como la seguridad social, la administración de la policía, maneja los contratos de ejército e incluso mantiene lazos con la delincuencia que pretende combatir. Para OCP, todo puede ser privatizado, todo puede volverse una mercancía a la que puede explotar. Incluso el ser humano, pero no necesariamente en un paradigma de modernidad, donde los trabajadores eran explotados, uno podría hablar de derechos sindicales, etc. Eso no es el problema acá. Sino la mercantilización del cuerpo que se relaciona a la producción en serie de estos cyborgs y los robots ED 209 imbuidos en un aura tanática debido a su sustrato inerte. Es decir, un vacío de contenido en una reproducción mecánica de lo mismo hacia el infinito. Esta idea apunta a la muerte del sujeto dentro del paradigma del mercantilismo tardío, la aniquilación de su subjetividad, volverse copias “desprovistas de sentimientos o emociones” en lo que Frederic Jameson llama el ocaso de los afectos. Más allá del miedo de volverse obsoleto, el miedo en la policía de Detroit al ver a RoboCop, era precisamente que su destino al morir fuese volverse un producto en serie de OCP. Por su parte, Steve Best añade.

“La modernidad, y el individuo moderno, se muestran como carcasas obsoletas en el viejo Detroit. Y es esos lugares de lo que el capitalismo representado por la OCP debe despojarse para conquistar nuevos espacios, como el proyecto de nueva Detroit y el nuevo hombre representado por RoboCop” .

Siguiendo a Jameson, éste nos brinda otra entrada para el análisis. Si en RoboCop, y en el cyberpunk en general, la utopía no existe, bien puede señalarse que este género se inscribe en los ejes del posmodernismo. La posmodernidad de acuerdo a Jameson, es el momento cuando la dimensión del tiempo es sustituida por la dimensión del espacio. Para nuestro caso, se puede traducir en que no existe un mañana, sólo el espacio presente. No existe la historia, por tanto, al no haber futuro no se puede pensar en utopías.

Quizás el único tiempo posible, sea la remembranza del pasado. Aquí podría encajar la nostalgia, pero no como una aflicción por el pasado, sino que incluso podría llamarlo una tabla de salvación a la enajenación del sujeto. En Equilibrium tenemos la misma lógica de la salvación a través de la nostalgia, cuando John Preston recupera su singularidad ante el poder represivo del Concilio Tetragrámaton y el “Padre”. La escena más cruda que permite estudiar esto, es el regreso de RoboCop a la casa de la familia Murphy, donde todos estos recuerdas de una vida pasada explotan en su memoria digital. Creo que se pueda hablar acá del retorno de lo humano en la forma de un dolor que se abre paso desgarrando la maquina. Cuando RoboCop rompe con toda su furia el monitor del vendedor de la casa, ¿no nos recuerda un poco el grito de Munch en tanto se exterioriza toda la alienación, soledad, fragmentación y aislamiento del personaje?

En un mundo sin utopías como el de RoboCop, entonces no es sorpresa que las narrativas maestras se disuelven en la nada. La familia ha muerto. La comunidad se ha disuelto. El sentido de pertenencia es nulo. Lo único que se impone es la sobrevivencia a cualquier modo posible. Veamos esta idea con dos ejemplos. El primero de ellos, es la huelga de policías cuando éstos estaban siendo masacrados. El sargento Reed se niega argumentando que al ser policías, no pueden ir a la huelga. Son el último vestigio de orden en una comunidad que se desintegra.

El único orden que impera, es precisamente de aquel que controla. La OCP como le encarnación de un orden narcisista que impone fagocitar al otro para sobrevivir. Es este mundo yuppie, del capitalismo salvaje, de tiburones como Dick Jones que no tiene reparos en asesinar al junior que amenazaba con robar su goce. Este ejecutivo junior es precisamente Bob Morton quien durante toda la película se lo ve viviendo para el exceso, económico y sexual. Pero también puede vérselo como una sinécdoque de una voluntad que nos horada en nuestra unicidad. Él es el represor de la humanidad de RoboCop. No sólo le amputa el brazo, le remueve memoria, y le niega su nombre intentando castrarlo por completo. Sin embargo, RoboCop resiste y subsiste en su singularidad en un proceso que veremos a continuación.

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“Él no tiene un nombre. Él tiene un programa. Él es un producto.”

Yo sostengo que RoboCop muere dos veces en la película. La primera como Alex Murphy a manos de Boddicker y la segunda, ya como RoboCop a manos de la policía, como un déjà vu de la anterior ejecución. Pero en este caso, creo que quien muere es RoboCop como producto de la OCP. Para recrear la escena, recordemos que antes de ello, RoboCop fue a arrestar a Jones pero fue detenido por una directiva que le impedía actuar contra los altos mandos de la corporación. Y es luego de esta ejecución, que RoboCop deja al fin de ser un producto como lo llamaba Morton. Se retira el casco con el logo de la OCP para volver a mostrar el rostro de Murphy como un retorno del que estaba muerto. Al respecto, Zizek ve a RoboCop como un héroe que precisamente se encuentra entre dos muertes , donde la segunda sigo pensando que connota el renacimiento de lo individual en él. Es la humanidad que sobrevive a la tecnología para persistir en su demanda de hacer justicia. Y esta pulsión lo que le permite regresar del limbo de la muerte. Cuando captura a Boddicker y lo está estrangulando, éste le implora que no lo mate pues en el fondo es un policía. Y RoboCop, lo suelta mascullando “Yes, I am a cop”. Quizá esta idea de pulsión nos permita entender cuando Zizek afirma que “el retorno del muerto materializa una cierta deuda simbólica que subsiste más allá de la muerte física”.

Si algo queda claro en la película, es este intento por dominar lo humano. Pero que finalmente va a fallar de manera patética. Ni el ED 209 incapaz de funcionar correctamente, ni los satélites de vigilancia que matan presidentes, ni la maquina en RoboCop podrán darle al capitalismo una victoria total frente a la experiencia de lo humano. Y es en ese sentido donde se avizora una conclusión. Acaso RoboCop, en toda su naturaleza de ciencia ficción y estética cyberpunk, no es intrínsecamente conservadora. Esto en el sentido que la deuda de la que se habló antes, se refiere a un tibio retorno al orden. Él es la resurrección de una moral en un mundo corrupto, es el castigo a los excesos de goce y aquel que regresa de la muerte para ponerles un coto. Su existencia, es una manera de imponer un control racional al capitalismo desbocado. Como también, una nota de esperanza que aún en los pedazos fragmentados de la humanidad, algo terminará por subsistir el avasallante paso de este horrendo destino.

Parte hombre. Parte máquina. Totalmente policía


Bibliografía

  1. http://w2.eff.org//Net_culture/Cyberpunk/
  2. BATISTELLI, Néstor H. Ciberpunk, la otra cara del desencanto. En: http://circulocf.wordpress.com/2009/01/22/ciberpunk-la-otra-cara-del-desencanto-i/, 2009.
  3. BEST, Steve. Robocop: The Crisis of Subjectivity. En: http://www.uta.edu/huma/illuminations/best1.htm, 1987.
  4. DALE, Bradley. The Return of the Repressed: Cybersubjectivity in Robocop. En: http://www.rochester.edu/in_visible_culture/Issue_10/bradley.html, 2006.
  5. JAMESON, Frederic. El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo tardío. Barcelona, Paidos, 1992.
  6. ŽIŽEK, Slavoj. Mirando al sesgo. Buenos Aires, Ed. Paidos, 2000.


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