Existe una fascinación por imaginar una sociedad distópica o un temor muy grande por llegar al totalitarismo. Sea como fuese, Equilibrium (2002) de Kurt Wimmer reactiva esta ilusión de una sociedad post apocalíptica y deshumanizada, la cual para recuperarse ha tenido que sacrificar el placer de sentir a fin de llegar a la paz esquiva a nuestra naturaleza. Así, cualquier manifestación de sentimientos es penalizada con la muerte a manos de los clérigos, una suerte de policía de este régimen totalitario.
Como en todas las películas de este corte, el disidente se transforma en el héroe, en quien se encarna la subversión y el cambio de paradigma que desarticulará el viejo orden a fin de llegar a este acontecimiento histórico.
Hasta allí, Equilibrium bebe de todas las fuentes posibles de este género y lo hace sin desparpajos. Pero en donde empieza a despegar la película para proponer un discurso propio es en esta construcción de la obscenidad del poder representada por la omnipresencia del Concilio Tetragrammaton. Lo que me llama la atención es cómo Wimmer lo presenta como un Amo con mil ojos, capaz de subyugar y castigar, pero al mismo tiempo esta feroz imagen es contrapuesta con la patética representación de sus límites.
El Concilio y el Padre se saben imperfectos, su poder radica en incapacitar a los ciudadanos imponiéndoles el uso de la droga Prozium. Saben que sin ella son incapaces de mantener el control y por ello durante toda la película la propaganda reincide en los beneficios de ésta. Y todo ante un público ya idiotizado que es incapaz de de cuestionarla. Es curioso también verlo como una ley no interiorizada, sino en la máxima exterioridad y artificialidad de ésta. Tanto, que el vice canciller DuPont no se traga el cuento. Es más, esta ley sádica impuesta por el Padre es tan externa e imposible de asimilarla, que el mismo Padre resulta una creación de la mass-media de la ciudad de Libria.
En todo caso, lo que nos brinda Equilibrium además de unas alucinantes escenas de acción y una actuación sobria y estupenda por parte de Christian Bale, es una visión crítica a la fantasía del orden social, a cómo ésta se sostienen estos monstruos ideológicos y el rol que cumple la mass-media para construir subjetividades.
Como en todas las películas de este corte, el disidente se transforma en el héroe, en quien se encarna la subversión y el cambio de paradigma que desarticulará el viejo orden a fin de llegar a este acontecimiento histórico.
Hasta allí, Equilibrium bebe de todas las fuentes posibles de este género y lo hace sin desparpajos. Pero en donde empieza a despegar la película para proponer un discurso propio es en esta construcción de la obscenidad del poder representada por la omnipresencia del Concilio Tetragrammaton. Lo que me llama la atención es cómo Wimmer lo presenta como un Amo con mil ojos, capaz de subyugar y castigar, pero al mismo tiempo esta feroz imagen es contrapuesta con la patética representación de sus límites.
El Concilio y el Padre se saben imperfectos, su poder radica en incapacitar a los ciudadanos imponiéndoles el uso de la droga Prozium. Saben que sin ella son incapaces de mantener el control y por ello durante toda la película la propaganda reincide en los beneficios de ésta. Y todo ante un público ya idiotizado que es incapaz de de cuestionarla. Es curioso también verlo como una ley no interiorizada, sino en la máxima exterioridad y artificialidad de ésta. Tanto, que el vice canciller DuPont no se traga el cuento. Es más, esta ley sádica impuesta por el Padre es tan externa e imposible de asimilarla, que el mismo Padre resulta una creación de la mass-media de la ciudad de Libria.
En todo caso, lo que nos brinda Equilibrium además de unas alucinantes escenas de acción y una actuación sobria y estupenda por parte de Christian Bale, es una visión crítica a la fantasía del orden social, a cómo ésta se sostienen estos monstruos ideológicos y el rol que cumple la mass-media para construir subjetividades.
Tags: Equilibrium Movie Sci Fi Película Christian Bale Kurt Wimmer
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