En el libro El Tercer Reich. Una nueva historia de Michael Burleigh, se afirma que Heinrich Himmler prohibía el ateísmo entre los rangos de la SS. Himmler estaba convencido que el ateísmo era una forma de egoísmo que colocaba al individuo en el centro del universo, idea totalmente opuesta a los principios y fundamentos con los que se adoctrinaba a miembros de la SS en donde se valoraba más lo colectivo sobre lo individual. Hoy en día, el concepto de colectivo, y en ocasiones hasta la misma noción de comunidad, tienden a ser vistas como ideas coercitivas a la libertad del sujeto. Si bien es cierto que la experiencia del mundo con los terribles y criminales regímenes fascistas de principios del siglo XX, son un motivo pero no la razón única para que el sujeto se distancie de la ficción colectiva.
En todo caso, lo innegable es que actualmente somos testigos que el sujeto contemporáneo ha dejado totalmente de lado el concepto de deber-ser del individuo para la comunidad a favor de potenciar su deseo individual, de un goce hedonista por encima de metas colectivas. Nos encontramos ante una imposibilidad de creer en una comunidad homogénea y sin fisuras. Crear lo colectivo, a partir del sacrificio individual, es una noción que está por siempre perdida. Está totalmente manchada y bajo sospecha.