jueves, 30 de junio de 2011

Grand Theft Auto IV


Cada Grand Theft Auto ha intentado construir un contexto cultural para sus juegos y personajes. Entre los más logrados, sin duda son el GTA: Vice City y el GTA: San Andreas. El primero, alimentado por íconos de cultural popular como Miami Vice, Scarface, entre otros, trabajó con maestría un universo capitalista, hedonista y decadente de finales de los 80. San Andreas, contextualizado en la costa oeste americana de la década de los 90, se enfocó en problemas de multiculturalidad, pandillas (a diferencia de las mafias de GTA: VC), y de acuerdo al personaje central, la búsqueda de un sentido de pertenencia. En este caso, a su comunidad. En general, ambos juegos que parodiaban las últimas dos décadas del siglo pasado, con todo y sus diferencias tenían una lógica común. Sea por un camino poco ético o por una cruzada personal, al final el individuo es capaz de triunfar. Todo ello termina por explotar en Grand Theft Auto IV.


Rockstar se tomó su tiempo para su nueva obra de arte. GTA IV no sólo tenía que ser un digno sucesor en su franquicia, un paso en evolución técnica a la nueva plataforma de consolas, sino que presentó una revolución en su plano narrativo. Vayamos por partes. Grand Theft Auto ha tenido como costumbre de tener a un sujeto marginal como personaje central y probablemente sea a partir de esta posición desde donde puede tener una visión más crítica de la sociedad. En este juego es Niko Bellic, un antiguo soldado serbio que intentando escapar de un pasado traumático, va en busca de su primo a Estados Unidos en pos de alcanzar el mítico “sueño americano”, ergo dinero, autos rápidos, mansiones y chicas con pechos grandes. Sin embargo la América post 11-S, resulta muy distinta a la idealización. El juego no escatima sátiras a la paranoia contra el extranjero, la seguridad nacional, la economía americana, etc. Al mismo tiempo, Niko también tenía la venganza en mente. Traicionado por uno de sus antiguos compañeros de unidad, encontrar al responsable de la muerte de sus amigos se vuelve una de sus prioridades. Comienza así su recorrido por el bajo mundo de Liberty City (una parodia a New York), donde tiene no sólo que hacer trabajos para la mafia rusa e italiana, proteger a su primo Roman, encontrar a quien arruinó su vida, sino también intentar reconstruirla, y quizá la solución resida en el amor de Kate McReary.

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Welcome to the American Dream, Niko

Un elemento totalmente nuevo para esta franquicia es la posibilidad de opciones morales. A diferencia de cualquier otro personaje de GTA, Niko no sólo cuestiona las órdenes de sus jefes, sino que puede hacer algo a respecto. O ser un arma de sus superiores o actuar por sí mismo. Esta posibilidad de decidir va construyendo a Niko como un personaje más humano. Lleno de dudas, furia, amor, simpatía, egocentrismo, remordimiento y sobre todo, esperanza. Esperanza de poder dejar todo atrás y poder alcanzar ese sueño del que tanto le han hablado. Ese es otro valor añadido del juego que desde entregas anteriores se va mejorando. Es decir, poder socializar con otros personajes y evidentemente, obtener ciertos beneficios de estas amistades. La gran decisión viene al final del juego. Por primera vez en la serie se da la posibilidad de un final alternativo. La última misión es el resultado de una decisión moral. El hacer o no un trato con un enemigo que te dejará una gran cantidad de dinero. Sea cual fuese tu decisión, ésta tendrá grandes repercusiones en la vida de Niko donde perderá a uno de sus seres queridos. Y allí está el gran drama del juego. No importa lo que hagas, no importa todo el bien que hayas intentado hacer, o lo malo que hayas hecho, tu final siempre será una tragedia pues ese sueño desde el inicio fue una pesadilla. No recuerdo otro juego que me haya dejado una sensación de vacío tan grande, que creo nos va cuestionando si seguimos siendo protagonistas de nuestra vida o simples personajes.

En cuanto al resto de elementos del juego, Rockstar ha hecho un trabajo fenomenal manteniendo lo que ya era bueno y mejorando el manejo del personaje en las escenas de disparos que quizá era uno de sus puntos flacos en entregas anteriores. Dado que gran parte del juego, uno lo pasa dentro de un auto, las radios son un aspecto vital. Pero con 18 estaciones de radio, tres de ellas de conversaciones, este punto está bien cubierto. Mis preferidas han sido Liberty Rock Radio y Radio Broker, donde se puede disfrutar de de bandas como Smashing Pumpkins, The Sisters of Mercy, Queen, Black Sabbath, Bob Seger & the Silver Bullet Band o artistas menos conocidos como White Light Parade, Whitey, Juliette Lewis, etc. Y claro, otros géneros como Hip-Hop, Funk, Electrónica, Jazz, Reggaeton, etc. Quizá un pedido excesivo sea la posibilidad de usar tu propia música, pero no cuesta nada pedirlo. Los trofeos no quedan de lado en este juego y dado el enorme tamaño de este mundo ficcional, de verdad hay mucho que hacer. Incluso si te aburres de avanzar las misiones, de perder el tiempo conduciendo, puedes navegar por Internet o revisar tu correo. Incluso te llega spam. Pero por si eso no fuese suficiente, puedes ir a uno de los lugares de atracciones, no necesariamente el local de striptease, pero recomiendo el club de comedia donde es imposible no reírse con las performances de Katt Williams y Ricky Gervais.




Grand Theft Auto IV es casi impecable. Gráficamente hay momentos donde el juego te quita el aliento, especialmente en las áreas abiertas como los puentes donde los atardeceres o las noches iluminadas por la luz de la ciudad, son prácticamente reales. Los detalles en los autos, los efectos que tu mal manejo tienen en ellos, es algo simplemente genial. Las misiones no son muy complicadas e incluso algunas hasta llegan a ser épicas. Es un juego muy largo y divertido, lleno de sub misiones o donde el caminar libremente puede hacerte hasta olvidar en qué parte del juego te has quedado. A eso habría que agregarle la opción de multiplayer, que en verdad la he jugado muy poco. Y por supuesto, la historia. Allí no tengo más palabras, es perfecta. Niko Bellic es el personaje más humano de Rockstar y es imposible no entablar un nivel de empatía con él. Pocos juegos pueden ser considerados íconos culturales. Y éste sin lugar a dudas lo es.


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