Cuando aún estaba en el colegio, me acuerdo que trataba de ver religiosamente esta serie animada. Si mi memoria no me falla, creo que no la entendía del todo pero recuerdo que era algo radical para mi momento. La música, el dibujo, temas políticos, futuros distópicos y el evidente erotismo de la serie eran suficiente motivo para hacerla una serie inolvidable.
En el 2005, Karyn Kusama dirigió esta película protagonizada por Charlize Theron, someramente basada en la serie animada. Para decirlo de una vez, no se parecen en casi nada y eso es decepcionante. Pero tampoco es una película descartable. Al contrario, hay algunas cosas rescatables.
Fuera de la enrevesada trama, que siendo honestos resulta digerible, creo que lo más interesante es la perspectiva sobre la clonación y la búsqueda de perpetuar la existencia humana. Luego de este virus que casi elimina a la humanidad, se hace un enfoque en la misma vida como reto de la política y la administración de ésta como una forma de poder. El estado tiene el derecho a intervenir tu cuerpo, a crear vida y muerte, a fin de asegurar la existencia (o subsistencia) de la sociedad. Esta defensa del cuerpo, no del individuo sino del cuerpo de la nación (la defensa de la polis), pone en discusión las mismas formas de la vida. Es en este sentido que se cuestiona la clonación humana. Si recordamos un poco a Michel Foucault, nos trae a la mente el concepto de biopoder, o cómo el estado moderno hace uso de numerosas técnicas para subyugar los cuerpos y controlar la población a fin de alcanzar sus objetivos (en este caso, perdurar la especie humana).
Más allá de unos efectos regulares, una trama decente, Æon Flux pone énfasis en cómo el arte de gobernar está imbricado a una suerte de gobierno de las almas y qué tan violado puede resultar nuestro cuerpo a fin de defender un bien común y nuestra sociedad. Y si todo eso falla… pues aún nos queda ver a Charlize Theron en latex negro. Suficiente.
En el 2005, Karyn Kusama dirigió esta película protagonizada por Charlize Theron, someramente basada en la serie animada. Para decirlo de una vez, no se parecen en casi nada y eso es decepcionante. Pero tampoco es una película descartable. Al contrario, hay algunas cosas rescatables.
Fuera de la enrevesada trama, que siendo honestos resulta digerible, creo que lo más interesante es la perspectiva sobre la clonación y la búsqueda de perpetuar la existencia humana. Luego de este virus que casi elimina a la humanidad, se hace un enfoque en la misma vida como reto de la política y la administración de ésta como una forma de poder. El estado tiene el derecho a intervenir tu cuerpo, a crear vida y muerte, a fin de asegurar la existencia (o subsistencia) de la sociedad. Esta defensa del cuerpo, no del individuo sino del cuerpo de la nación (la defensa de la polis), pone en discusión las mismas formas de la vida. Es en este sentido que se cuestiona la clonación humana. Si recordamos un poco a Michel Foucault, nos trae a la mente el concepto de biopoder, o cómo el estado moderno hace uso de numerosas técnicas para subyugar los cuerpos y controlar la población a fin de alcanzar sus objetivos (en este caso, perdurar la especie humana).
Más allá de unos efectos regulares, una trama decente, Æon Flux pone énfasis en cómo el arte de gobernar está imbricado a una suerte de gobierno de las almas y qué tan violado puede resultar nuestro cuerpo a fin de defender un bien común y nuestra sociedad. Y si todo eso falla… pues aún nos queda ver a Charlize Theron en latex negro. Suficiente.
Y no mucho más
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