miércoles, 13 de julio de 2011

Sunshine


Una de las escenas más impactantes de 28 Days Later de Danny Boyle, era cuando el protagonista despertaba en una Londres totalmente destruida y paseaba como un despojo humano en esta ciudad inmensa y muerta. Del mismo modo, Sunshine (2007) nos vuelve a colocar en un mundo a la deriva, sin futuro, donde el hombre trata de hacer sobrevivir los últimos vestigios de su humanidad. Y es que si en su película de horror la extinción podría ser vista en un escenario más local, ahora se expande hasta amenazar al entero.


Sunshine nos pone a bordo del Ícaro II, una nave espacial en la que 8 astronautas viajan hacia un moribundo sol con la misión de hacer estallar en la estrella una colosal bomba nuclear para reactivarla o aceptar el fin de la vida en la Tierra en una nueva y final era glaciar. Sin embargo, a mitad de camino, oyen el llamado de emergencia del Ícaro I, nave que había fallado el intento anterior y pone a la tripulación en el dilema de valorar una vida por encima de la supervivencia de toda una especie.

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Devorado por la luz


Uno de los puntos fuertes del film es su manejo de imágenes. Todas las sensaciones que transmite, no lo hace a través de palabras, sino con silencios y cuadros cautivadores que grafican el aplastante peso del infinito del cosmos frente a la evanescencia de la vida. Muerte no solo del sol sino del ser humano, el cual desde el inicio tiene conciencia de su futilidad y le permite recontextualizar su vida frente a la inevitable extinción. Esto le da pie a Boyle para trazar el drama de la heroicidad en la película. Por un lado, tenemos la seguridad que en estos personajes no prima el narcisismo, o búsqueda de reconocimiento posterior ya que saben que sus chances de sobrevivir son nulas. Pero por otro lado, este pensamiento del bienestar más allá del propio, con la excepción del segundo al mando Harvey (Troy Garity), es paradójico pues al mismo tiempo evita crear lazos intersubjetivos y por el contrario se complace en el ostracismo. Searle (Cliff Curtis) o Corazon (Michelle Yeoh) a través de su aislamiento parecieran estar buscando una comunión con lo imposible y no con los otros.

Y ese imposible, por momentos pareciera la búsqueda espiritual de un éxtasis casi divino que se escapa al hombre. No es gratuito que la nave sea el Ícaro, que voló tan cerca al sol solo para caer a su muerte cuando ya estaba junto a los dioses. Del mismo modo, en este film acercarse demasiado al rostro de Dios (el sol como metáfora) pareciera ser demasiado para el ser humano que si no termina destruyéndonos físicamente, al menos sí psicológicamente como al villano de la película que termina siendo más peligroso que la misma muerte del sol.



Con este villano, los últimos minutos desembocan en una película de acción, que mantiene el drama y añade una carga de tensión y suspenso heredera de clásicos como Alien de Ridley Scott. Al mismo tiempo, el desenlace potencia las actuaciones de Cillian Murphy y un sorprendente Chris Evans. Definitivamente, Sunshine es una película digna de verse ya que no solo es visualmente increíble, sino que emocionalmente guarda momentos que realmente te dejan sin aliento.

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