Hace un par de meses, leía que la saga de Killzone se caracterizaba por crear una expectativa que al tener el producto en mano, no llegaba a cumplir. Yo no he jugado la primera entrega, pero pensándolo bien, es verdad que Killzone 2 se ponía la barra muy alta, aunque el juego para mí, haya sido bastante bueno en gráficos, en narrativa, con un nivel de dificultad tremendo y con un muy adictivo multiplayer, aunque no exento de errores y detalles que deberían haberse corregido. Killzone 3 elevaba aún más la barra, además de la calidad gráfica, prometía compatibilidad con el PlayStation Move, imágenes en 3D, un rediseñado sistema de combate a mano, mayor armamento, etc. Para ser honestos, toda la parafernalia resulta interesante pero superficial, ya que el tiempo que uno dedica en promedio a un FPS es de 1 a 3 horas, y todo ese tiempo en 3D y con el Move es cansado por decir lo menos. Así que regresemos a lo básico, el juego en sí.
Argumentativamente, Killzone 3 empalma exactamente donde lo dejó su predecesora, en plena campaña de invasión de la ISA en Helghan cuyo resultado no fue la rendición de los Helghast sino la muerte de Visari. Con ello, todo el planeta sale a destruir a las fuerzas invasoras en una carrera contra el reloj, mientras que nuevas facciones aparecen dentro de los Helghast, mostrando la heterogeneidad de la dominante casta militar. Eso sin duda es uno de los puntos más agradables del juego, que se toma el tiempo de expandir y desarrollar sus recursos. Aunque también es cierto que el nuevo villano del juego, Jorhan Stahl no le llega a los talones a Radec, el villano de Killzone 2, pero es lo suficientemente perverso y retorcido como para tener un brillo por sí solo. Por otro lado, el trabajo con la otra facción también funciona bien sobre todo con el protagonista principal, Tomas Sevchenko, mucho más curtido en batalla y seguro de sí mismo, Sev es uno de los personajes más tridimensionales y aún con sus frases clichés, no desagrada. Rico Velásquez, el otro personaje importante de la ISA y quizá uno de los más resistidos por ser el típico soldado de gatillo fácil y nulo razonamiento, al menos prueba en este juego algo más de estrategia y algo de desarrollo. Por lo demás, hay varios personajes secundarios que podrían haber sido trabajados, como el capitán de la ISA Jason Narville o el Almirante Orlock de los Helghast.
De igual manera, hay muchos puntos de la historia que quedan sin resolver durante la campaña, como la rendición de Vektan, cómo Stahl compra al concejo militar, etc., hasta llegar al polémico epílogo del juego. Personalmente, a mí me gustó cómo acabó el juego, con el genocidio total en Helghan. Es algo que no se ha visto en otros juegos, que el bando de los buenos erradique por completo a una raza. Claro que los diálogos son malos, como el inefable comentario de Sev de “¿cuántas personas habían allí abajo?”, pero tampoco esperamos una reflexión shakespeariana de un soldado. Al mismo tiempo, es evidente que toda la icononografía Helghast está sacada de la Alemania Nazi, así como varios pasajes del juego que son reminiscencias a la Segunda Guerra, el acabarlo con una explosión nuclear a lo Hiroshima y la justificación que la muerte de miles es preferible si se salva la vida a millones, pone una incomodidad ética poco común para un videojuego pero válida para ponernos a pensar.
Sobre el estilo de juego, hay pocas diferencias con Killzone 2. La más llamativa es ponerle una pausa a la vertiginosa acción del juego. En Killzone 3 no te obligan a ir al frente de una lluvia de balas. Hay una acción más pausada, sobre todo en las misiones de infiltramiento en los propios cuarteles Helghast y las de acción furtiva en una letal jungla tóxica donde estás con una pistola con silenciador frente a una legión de enemigos y debes esconderte y atacar sólo cuando es necesario. Pero también hay misiones donde debes manejar tanques, guerra aérea gracias a jetpacks, en tierra al manejar exoesqueletos, combate en gravedad cero y una batalla espacial muy bien lograda. La otra diferencia es el nivel de dificultad, reducido y mucho en comparación a Killzone 2. Aquí además que el juego ya no es tan brutal, tienes la chance de avanzar la historia en modo cooperativo aunque fuera de línea. Esto es una gran ayuda para evitar los frustrantes momentos que eran clásicos en Killzone.
Lamentablemente, no hay un modo co-op en línea, como sí lo tiene Black Ops. Aún así, sigue siendo tan divertido y adictivo como su predecesor. Siguen las cinco clases (Francotirador, Médico, Táctico, Infiltrador e Ingeniero) para dos razas, lo que ha cambiado es el modo de desbloquear las habilidades de cada clase, ahora con un sistema de puntos que permite mejorar habilidades, armas, etc. Otro cambio se da en los modos de juego. Ahora tenemos tres modos, "Guerrilla Warfare" para aquellos jugadores que solo quieren matar a sus rivales, "Warzone" que regresa los juegos por objetivos (Assassination, Search & Destroy, Capture & Hold, etc.) y por último "Operations" que es similar al modo "Combat Mission" de Medal of Honor que consistía en cumplir ciertos objetivos para avanzar el mapa, mientras el bando contrario debe impedirlo a toda costa. Un punto a favor de Killzone 3 es que el desempeño de cada jugador se ve reflejado en las cinemáticas, donde los tres mejores jugadores por equipo aparecen.
Me parece injusto decir que Killzone no cumple las expectativas que genera, pues al final éstas se las crea el mismo jugador y no solo el propio juego. Y en ese sentido, Killzone 3 satisface lo que yo esperaba de él: un juego que me entretenga y tenga una calidad gráfica y acabados dignos de una consola de última generación. La duración de la campaña es corta, como una constante de los FPS pero se desarrolla con un buen ritmo. La opción de co-op no me la esperaba y es sin duda uno de los puntos a favor del juego y el multiplayer mejora lo que tenía que hacer y aumenta algunas opciones haciendo este modo divertido y sobre todo, balanceado. Sin duda, un juego básico para la colección de PS3.
Argumentativamente, Killzone 3 empalma exactamente donde lo dejó su predecesora, en plena campaña de invasión de la ISA en Helghan cuyo resultado no fue la rendición de los Helghast sino la muerte de Visari. Con ello, todo el planeta sale a destruir a las fuerzas invasoras en una carrera contra el reloj, mientras que nuevas facciones aparecen dentro de los Helghast, mostrando la heterogeneidad de la dominante casta militar. Eso sin duda es uno de los puntos más agradables del juego, que se toma el tiempo de expandir y desarrollar sus recursos. Aunque también es cierto que el nuevo villano del juego, Jorhan Stahl no le llega a los talones a Radec, el villano de Killzone 2, pero es lo suficientemente perverso y retorcido como para tener un brillo por sí solo. Por otro lado, el trabajo con la otra facción también funciona bien sobre todo con el protagonista principal, Tomas Sevchenko, mucho más curtido en batalla y seguro de sí mismo, Sev es uno de los personajes más tridimensionales y aún con sus frases clichés, no desagrada. Rico Velásquez, el otro personaje importante de la ISA y quizá uno de los más resistidos por ser el típico soldado de gatillo fácil y nulo razonamiento, al menos prueba en este juego algo más de estrategia y algo de desarrollo. Por lo demás, hay varios personajes secundarios que podrían haber sido trabajados, como el capitán de la ISA Jason Narville o el Almirante Orlock de los Helghast.
De igual manera, hay muchos puntos de la historia que quedan sin resolver durante la campaña, como la rendición de Vektan, cómo Stahl compra al concejo militar, etc., hasta llegar al polémico epílogo del juego. Personalmente, a mí me gustó cómo acabó el juego, con el genocidio total en Helghan. Es algo que no se ha visto en otros juegos, que el bando de los buenos erradique por completo a una raza. Claro que los diálogos son malos, como el inefable comentario de Sev de “¿cuántas personas habían allí abajo?”, pero tampoco esperamos una reflexión shakespeariana de un soldado. Al mismo tiempo, es evidente que toda la icononografía Helghast está sacada de la Alemania Nazi, así como varios pasajes del juego que son reminiscencias a la Segunda Guerra, el acabarlo con una explosión nuclear a lo Hiroshima y la justificación que la muerte de miles es preferible si se salva la vida a millones, pone una incomodidad ética poco común para un videojuego pero válida para ponernos a pensar.
Sobre el estilo de juego, hay pocas diferencias con Killzone 2. La más llamativa es ponerle una pausa a la vertiginosa acción del juego. En Killzone 3 no te obligan a ir al frente de una lluvia de balas. Hay una acción más pausada, sobre todo en las misiones de infiltramiento en los propios cuarteles Helghast y las de acción furtiva en una letal jungla tóxica donde estás con una pistola con silenciador frente a una legión de enemigos y debes esconderte y atacar sólo cuando es necesario. Pero también hay misiones donde debes manejar tanques, guerra aérea gracias a jetpacks, en tierra al manejar exoesqueletos, combate en gravedad cero y una batalla espacial muy bien lograda. La otra diferencia es el nivel de dificultad, reducido y mucho en comparación a Killzone 2. Aquí además que el juego ya no es tan brutal, tienes la chance de avanzar la historia en modo cooperativo aunque fuera de línea. Esto es una gran ayuda para evitar los frustrantes momentos que eran clásicos en Killzone.
Lamentablemente, no hay un modo co-op en línea, como sí lo tiene Black Ops. Aún así, sigue siendo tan divertido y adictivo como su predecesor. Siguen las cinco clases (Francotirador, Médico, Táctico, Infiltrador e Ingeniero) para dos razas, lo que ha cambiado es el modo de desbloquear las habilidades de cada clase, ahora con un sistema de puntos que permite mejorar habilidades, armas, etc. Otro cambio se da en los modos de juego. Ahora tenemos tres modos, "Guerrilla Warfare" para aquellos jugadores que solo quieren matar a sus rivales, "Warzone" que regresa los juegos por objetivos (Assassination, Search & Destroy, Capture & Hold, etc.) y por último "Operations" que es similar al modo "Combat Mission" de Medal of Honor que consistía en cumplir ciertos objetivos para avanzar el mapa, mientras el bando contrario debe impedirlo a toda costa. Un punto a favor de Killzone 3 es que el desempeño de cada jugador se ve reflejado en las cinemáticas, donde los tres mejores jugadores por equipo aparecen.
Me parece injusto decir que Killzone no cumple las expectativas que genera, pues al final éstas se las crea el mismo jugador y no solo el propio juego. Y en ese sentido, Killzone 3 satisface lo que yo esperaba de él: un juego que me entretenga y tenga una calidad gráfica y acabados dignos de una consola de última generación. La duración de la campaña es corta, como una constante de los FPS pero se desarrolla con un buen ritmo. La opción de co-op no me la esperaba y es sin duda uno de los puntos a favor del juego y el multiplayer mejora lo que tenía que hacer y aumenta algunas opciones haciendo este modo divertido y sobre todo, balanceado. Sin duda, un juego básico para la colección de PS3.
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