jueves, 7 de julio de 2011

2012


Si alguien ha visto alguna película de Roland Emmerich (Independence Day, Godzilla, The Day after Tomorrow, etc.) entonces ya ha visto todo lo que 2012 puede ofrecer. Así de contundente, esta película no ofrece absolutamente nada nuevo. No obstante, tan mala no es, al menos en el nivel de efectos especiales. Siendo honestos, eso es lo que sostiene la película pues en trama, sí cae en picada. Mayormente por estar llena de clichés y elementos ya usados hasta el hartazgo

Tanto es así, que no vale la pena contar de qué trata. Un grupo de científicos descubre que el mundo se va a acabar, un padre de familia separado tiene la oportunidad de ser un héroe y volver a unir a su familia, el mundo se acaba, principalmente porque nuestros avanzados conocimientos son inútiles ante el poder de la naturaleza y los supervivientes tienen la oportunidad de refundar la humanidad. Si quitamos el volcán de 2012 y ponemos nieve, tenemos al Día después de Mañana.





Pero hay cosas que se pueden sacar en claro. Por ejemplo, que estas películas ponen en manifiesto que el saber occidental es incompleto. Que a pesar de nuestra tecnología de punta, existe un vacío que finalmente terminará por destruirnos. En Día de la Independencia eran los extraterrestres que hackearon nuestros satélites, y un tipo ordinario sale con la solución de un virus informático. Aquí, se recrimina a nuestra cultura su imposibilidad de salvar a la raza humana cuando un científico dice: “Todos nuestros avances científicos, nuestras máquinas de fantasía y los mayas lo vieron venir hace miles de años”. Y así como en el resto de estas películas, existe un freak, un tipo fuera del sistema que ha visto venir el armagedón pero a quien nadie le hace caso hasta que es muy tarde.

Pero el elemento que une a este tipo de películas, es más que la destrucción del mundo, sino la destrucción de los lazos familiares. Hay una escena que ejemplifica bien esta idea. La madre de la familia protagonista está comprando en un supermercado con su nuevo esposo, preocupada por haber visto a su ex-esposo, el cual a pesar de no haberle prestado la atención necesaria a su familia, no es un mal tipo. Gordon, la actual pareja, le dice: “Siento que hay algo que nos mantiene separados” y justo cuando termina su frase, un terremoto provoca una fisura en el suelo que separa a la pareja. Y es que la tierra se destruye como un reflejo del fin de la familia. Por ello, no sorprende que estos malos padres (o ausentes o que no desempeñan bien la función paterna) sean un elemento común del apocalipsis. Tenemos al científico del Día después de Mañana, al borracho de Día de la Independencia, a Tom Cruise en la Guerra de los Mundos, y en 2012 está Jackson Curtis (John Cusack) que como en todos los ejemplos anteriores, al final del mundo, recuperará su imagen de padre ejemplar así como a su familia y el amor de sus hijos.

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American Dad

Y es que a diferencia de visiones apocalípticas en filmes como 28 Days Later o Doomsday, donde el mundo cuando enfrenta su destrucción, se ve lo peor del ser humano, en estos filmes de desastres americanos, se mantiene la creencia que el fin sacará lo mejor de nuestra raza. Se nos brinda una última oportunidad de ser solidarios, buenos, ejemplares y un largo etcétera. Tomemos por ejemplo a este millonario ruso, Yuri, quien toda la película se mostró como un tipo sin mayores escrúpulos, pero en el último instante saca lo mejor de sí para salvar la vida de su hijo y subirlo al arca que lo librará de la muerte, aunque eso le costará la vida a Yuri. Y pensando en todas estas películas sacadas en serie y que nos dicen lo mismo, encontré una sola diferencia con sus predecesoras. Una idea común, era que el político que anteponía sus intereses sobre los de la población, de alguna manera terminaba siendo castigado. En Día de la Independencia, el secretario de defensa termina siendo expulsado y humillado, en El Día después…, el vicepresidente que tenía los intereses económicos de los Estados Unidos por sobre la protección del planeta, al final admite su error por televisión. Pero aquí, el jefe de gabinete (Oliver Platt) no solo termina como presidente sino que la película no hace mayores juicios éticos sobre su actuación. Hay un atisbo de censura, pero no llega a concretarse. Quizá estar frente a la extinción sí signifique que vale todo. Es algo abierta esa conclusión. Donde sí coinciden las últimas visiones apocalípticas de Emmerich, es que el primer mundo debe ser aniquilado y la esperanza de salvación se encuentra hacia el sur. Así, en El Día despues..., el nuevo gobierno americano se instala en México, luego de perdonarles la deuda, y en este film la humanidad regresa a Africa, Sudafrica para ser más exactos, para repoblar el mundo

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El fin del Mundo

En conclusión, 2012 no ofrece nada nuevo. Más allá de buenos efectos, hay poco que rescatar. No obstante, si eres consciente que lo quieres ver es acción pura y no mucha más sustancia, algo típico de Emmerich, entonces la película sí cumple. Además, pudo haber sido peor. Pude haber gastado mi plata en Transformers 2.


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