Es curioso que mi primer encuentro con John Wayne no haya sido a traves de una película, sino gracias a un comic. Cuando leí Preacher, John Wayne aparecía como una sombra en los momentos claves de la vida de Jesse Custer para inspirarlo, criticarlo y salvarlo. Era una figura casi paterna, icónica, muy masculina y que te dejaba una sensación de estar frente a algo inalcanzable. Mi primer encuentro con los Westerns, fue con Unforgiven de Clint Eastwood, donde el mito del Western estaba siendo deconstruído, con todos estos personajes ya decadentes, con un ambiente de moral ambigua, etc.
Pero nada de ello me preparó realmente para esta genialidad de John Ford. The Man who shot Liberty Valance (1962) es algo sin precedentes para mi escasa formación cinéfila. No pienso contar toda la trama, porque es algo larga. Basta señalar a los personajes principales en orden. Shinbone es un pueblo moderno, con los estandares de finales del siglo 19, al que llegan el senador Ransom Stoddard (James Stewart) y su esposa Hallie (Vera Miles). Ellos llegan al entierro de Tom Doniphon (John Wayne), al que nadie en el pueblo conoce. Y la historia comienza de esta manera, a partir de un flashback cuando Stoddard llega al pueblo, recien egresado de la facultad de derecho. Aún con todas las ideas románticas de poder instaurar la ley en este inhóspito mundo, es asaltado y golpeado brutalmente por Liberty Valance (Lee Marvin) y su pandilla. Muy lastimado, físicamente y en su amor propio, es ayudado por la gente de una posada, entre ellos la bella Hallie quien era el amor, aún si ella no lo sabía, de Tom. Tom aconseja a Rance que haga dos cosas. O se vaya del pueblo para evitar más conflictos con Valance o lleve un arma y lo enfrente. Como hombre de ciudad, Rance se niega y le dice: “Yo no quiero matarlo. Yo quiero meterlo preso”. El resto de la historia recorre dos triángulos y líneas argumentativas, donde Tom y Rance estuvieron siempre al extremo. Ambos forman una especie de tensión romántica por quedarse con Hallie, y del mismo modo, ambos también generan una tensión en cuanto al problema de Valance y cómo resolverlo. El final obviamente ya lo sabemos. Hallie se quedará con Rance, pero queda la duda de quién disparó y mató a Liberty Valance.
Esto es la superficie de la película, pero existen por lo menos dos ejes que construyen toda la trama. El primero es la primacía de la cultura occidental frente a lo otro. Toda la película se basa en la necesidad de imponer la Ley y construir el Estado donde éste es inexistente. Y lo vemos en distintos grados. En el nivel más básico, está el conflicto de Rance que es la personificación de la Ley con Liberty que es la encarnación del Caos. En la formación de la escuela dirigida por Rance, en la defensa del periódico y la libertad de prensa. Y en un nivel más general, en las elecciones en Shinbone y la necesidad de constituirse como Estado en detrimento de este espacio sin Ley que deseaban los rancheros. Un segundo eje y ligado al primero, es el dominio de la naturaleza. Así como la Ley tiene que terminar por imponerse al Caos, el hombre racional y moderno debe terminar por doblegar a la Naturaleza, infinita e indomable. Por ello no causa sorpresa que se recurra al uso del tren como epítome de la sociedad moderna dominando los paisajes del oeste, cuando en el pasado éstos eran inasibles al hombre y su caballo.
Existen otras claves para comprender la película y una de ellas se encuentra hacia el final de la película, cuando Rance le termina de contar su historia a los periodistas y éstos prefieren olvidarla antes que contar la verdad, obviamente sobre la muerte de Valance. Si toda la historia, se cifra en la necesidad de imponer la Ley y el surgimiento del Estado y sus instituciones, sin violencia y recurriendo al manejo político, resulta revelador que la película nos muestre que esto es imposible. No existe el Estado y el poder sin violencia. No existe la Ley sin sangre y muerte. La violencia es la base de nuestro mundo social. Lo único que sucede es que nosotros lo olvidamos. La Historia es una ficción y como tal, esta fantasía es construida e invisibiliza los conflictos que nos constituyen. Es por ello que los periodistas rompen la historia que han escuchado y dicen: “Cuando la leyenda se convierta en hecho, publica la leyenda”. Lo que sostiene a una Nación, no son los hechos reales, sino un discurso fantástico y eso es clarísimo en la película. Y aquí viene un spoiler. Ésta es la razón por la que Tom Doniphon es olvidado. Él no sólo desaparece en esta atmósfera tanática mientras su mundo está condenado a desaparecer mientras la cultura de Stoddard viene a imponerse. Él se autoexcluye de lo que será la narrativa nacional, de manera que nuestro pasado violento sea oculto para hacernos creer que nosotros como nación surgimos de un consenso social, que sería Stoddard. El final es duro. Frío. Mortal. El conductor del tren de deshace en elogios y favores al senador Stoddard y le dice que nada es suficiente para el hombre que mató a Liberty Valance. Stoddard se ensimisma. Él sabe la verdad y sabe que él es la personificación de la mentira de la Historia.
Finalmente, algunos otros comentarios al resto de la película. Liberty Valance es probablemente uno de esos villanos que tienen que pasar a la historia. Es casi perfecto e imposible no odiarlo. Es memorable. El marshal Link Appleyard y el editor del periodico Dutton Peabody, que eran los borrachines del pueblo, son tremendamente jocosos y trágicos en su patetismo. Es significativo también la presencia de este excedente social, tanto en lo negro como en este grupo hispanoamericano y el trato que recibe en la película y la posición que van a obtener cuando la modernidad americana se imponga. Esta película es simplemente inmensa para estudiarla e imposible no disfrutarla.
Pero nada de ello me preparó realmente para esta genialidad de John Ford. The Man who shot Liberty Valance (1962) es algo sin precedentes para mi escasa formación cinéfila. No pienso contar toda la trama, porque es algo larga. Basta señalar a los personajes principales en orden. Shinbone es un pueblo moderno, con los estandares de finales del siglo 19, al que llegan el senador Ransom Stoddard (James Stewart) y su esposa Hallie (Vera Miles). Ellos llegan al entierro de Tom Doniphon (John Wayne), al que nadie en el pueblo conoce. Y la historia comienza de esta manera, a partir de un flashback cuando Stoddard llega al pueblo, recien egresado de la facultad de derecho. Aún con todas las ideas románticas de poder instaurar la ley en este inhóspito mundo, es asaltado y golpeado brutalmente por Liberty Valance (Lee Marvin) y su pandilla. Muy lastimado, físicamente y en su amor propio, es ayudado por la gente de una posada, entre ellos la bella Hallie quien era el amor, aún si ella no lo sabía, de Tom. Tom aconseja a Rance que haga dos cosas. O se vaya del pueblo para evitar más conflictos con Valance o lleve un arma y lo enfrente. Como hombre de ciudad, Rance se niega y le dice: “Yo no quiero matarlo. Yo quiero meterlo preso”. El resto de la historia recorre dos triángulos y líneas argumentativas, donde Tom y Rance estuvieron siempre al extremo. Ambos forman una especie de tensión romántica por quedarse con Hallie, y del mismo modo, ambos también generan una tensión en cuanto al problema de Valance y cómo resolverlo. El final obviamente ya lo sabemos. Hallie se quedará con Rance, pero queda la duda de quién disparó y mató a Liberty Valance.
Esto es la superficie de la película, pero existen por lo menos dos ejes que construyen toda la trama. El primero es la primacía de la cultura occidental frente a lo otro. Toda la película se basa en la necesidad de imponer la Ley y construir el Estado donde éste es inexistente. Y lo vemos en distintos grados. En el nivel más básico, está el conflicto de Rance que es la personificación de la Ley con Liberty que es la encarnación del Caos. En la formación de la escuela dirigida por Rance, en la defensa del periódico y la libertad de prensa. Y en un nivel más general, en las elecciones en Shinbone y la necesidad de constituirse como Estado en detrimento de este espacio sin Ley que deseaban los rancheros. Un segundo eje y ligado al primero, es el dominio de la naturaleza. Así como la Ley tiene que terminar por imponerse al Caos, el hombre racional y moderno debe terminar por doblegar a la Naturaleza, infinita e indomable. Por ello no causa sorpresa que se recurra al uso del tren como epítome de la sociedad moderna dominando los paisajes del oeste, cuando en el pasado éstos eran inasibles al hombre y su caballo.
Existen otras claves para comprender la película y una de ellas se encuentra hacia el final de la película, cuando Rance le termina de contar su historia a los periodistas y éstos prefieren olvidarla antes que contar la verdad, obviamente sobre la muerte de Valance. Si toda la historia, se cifra en la necesidad de imponer la Ley y el surgimiento del Estado y sus instituciones, sin violencia y recurriendo al manejo político, resulta revelador que la película nos muestre que esto es imposible. No existe el Estado y el poder sin violencia. No existe la Ley sin sangre y muerte. La violencia es la base de nuestro mundo social. Lo único que sucede es que nosotros lo olvidamos. La Historia es una ficción y como tal, esta fantasía es construida e invisibiliza los conflictos que nos constituyen. Es por ello que los periodistas rompen la historia que han escuchado y dicen: “Cuando la leyenda se convierta en hecho, publica la leyenda”. Lo que sostiene a una Nación, no son los hechos reales, sino un discurso fantástico y eso es clarísimo en la película. Y aquí viene un spoiler. Ésta es la razón por la que Tom Doniphon es olvidado. Él no sólo desaparece en esta atmósfera tanática mientras su mundo está condenado a desaparecer mientras la cultura de Stoddard viene a imponerse. Él se autoexcluye de lo que será la narrativa nacional, de manera que nuestro pasado violento sea oculto para hacernos creer que nosotros como nación surgimos de un consenso social, que sería Stoddard. El final es duro. Frío. Mortal. El conductor del tren de deshace en elogios y favores al senador Stoddard y le dice que nada es suficiente para el hombre que mató a Liberty Valance. Stoddard se ensimisma. Él sabe la verdad y sabe que él es la personificación de la mentira de la Historia.
Finalmente, algunos otros comentarios al resto de la película. Liberty Valance es probablemente uno de esos villanos que tienen que pasar a la historia. Es casi perfecto e imposible no odiarlo. Es memorable. El marshal Link Appleyard y el editor del periodico Dutton Peabody, que eran los borrachines del pueblo, son tremendamente jocosos y trágicos en su patetismo. Es significativo también la presencia de este excedente social, tanto en lo negro como en este grupo hispanoamericano y el trato que recibe en la película y la posición que van a obtener cuando la modernidad americana se imponga. Esta película es simplemente inmensa para estudiarla e imposible no disfrutarla.
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