La primera vez que leí algo del Capitán América, era por el 2005 con la nueva serie que escribía Ed Brubaker y a medida que la seguía, me encontraba con un personaje lleno de conflictos, de dudas, de errores, al punto que un par de años después lo terminan matando. Yo me preguntaba, al inicio al menos cuando traía todos los prejuicios sobre este personaje enfundado en los colores de la bandera norteamericana, qué ha podido pasar con este superhéroe que se mostraba ahora tan falible y quizá por ello, tan humano.
Y es que el problema de héroes como el Capitán América o Superman, que visten los colores americanos porque ellos encarnan la universalidad de lo mejor de los valores de la sociedad norteamericana, que para mediados del siglo pasado eran idóneos pero no para este momento pues el espectador contemporáneo simplemente ya no lo cree. Más que el declive del héroe, aquí sería pertinente señalar al espectador, tras la caída del mundo polarizado, de los grandes bloques, tras crisis económicas y el 11-S, en qué Capitán América puede creer la gente sin que las barras y estrellas terminen por dibujarnos un monigote, como el film de 1990.
Puesto así, la tarea no es tan fácil como parece que aprovechando el auge de héroes de Marvel en la pantalla grande, poner al Capitán sea un éxito asegurado. Joe Johnston (The Rocketeer, The Wolfman, etc.) es el director del Capitán América: el primer vengador (2011) y quizá sea una de las mejores películas del universo de Marvel por tres motivos básicos. El primero de ellos, y el básico para un film de superhéroes, es que tiene que respetar sus orígenes de comic. Por ejemplo, en eso falla clamorosamente Wanted aún cuando sea una película bastante decente. El segundo, es que no se aproveche de la imagen y nombre que vende, sino que entregue una buena historia, concisa y creíble dentro de la lógica del mundo que representa y aquí entra precisamente cómo muestran a un Capitán América contemporáneo e identificable con nuestra subjetividad. Y tercero, que los actores encarnen bien el papel que interpretan. Como dije, todo ello está en el film y lo explico brevemente.
Trabajar bajo la premisa que el film sale de un comic, es ir sobre el nivel de la epidermis y poner en escena elementos y personajes reconocibles para el fan, pero que no solo estén gratuitamente sino que terminen por potenciar a la misma película. Por un lado, la presencia de Dum Dum Dugan (Neal McDonough) y los Howling Commandos, Peggy Carter (Hayley Atwell) y sobre todo Bucky Barnes (Sebastian Stan) van más allá del efecto de estimular a los fans, todo lo contrario, permiten que el personaje principal crezca y se convierta en el ícono que debe ser y que este tránsito del personaje cómico al héroe fluya de manera natural. Y por otro lado, uno de los segmentos que a mí más me gusta es cuando el esmirriado Steve Rogers (Chris Evans) se transforma en el Capitán América, un gran segmento de la película se dedica a mostrarnos el lado más comic del Capitán. Usado como propaganda para las tropas y el pueblo norteamericano, viste con mallas y es portada de revistas (genial referencia a Captain America Comics #1) vistiendo el traje y el escudo clásico.
Pero hasta allí llega el nivel de la superficie, que todo fan agradece. Sin embargo donde está el mayor valor del film es en cómo engarza todos estos elementos y nos entrega un gran personaje. Retomando este ejemplo de la parafernalia americana, con los colores y el discurso grandilocuente, siento que el tono de la película apunta a cuestionar precisamente toda la maquinaria propagandística de Estados Unidos que es el origen del Capitán. Sin llegar a un nivel de denuncia, que hasta podría ser tomado como “antiamericano”, lo que siento es que el film busca recontextualizar la idea de lo que es americano hoy en día, haciéndome recordar las palabras de James Baldwin que decía que amaba a América más que a ningún otro país en el mundo y por ello insistía en criticarla perpetuamente. Quizá este sea un eje para entender a un Capitán contemporáneo y sobre todo verlo como un ícono más universal y menos “local”. No es la historia del chico patriota que daría su vida por su país, y como decía Voltaire, que un buen patriota se vuelve el enemigo del resto de la humanidad. Todo lo contrario, la idea de patriota que se plasma es la de un ciudadano de mundo, uno como todos, como cualquiera en cualquier parte del mundo. El mostrar la heterogeneidad del individuo es básico para que la película funcione, por ejemplo vemos en los comandos a americanos, europeos, afroamericanos, asiáticos, bueno, faltaba un latino, pero la idea es esa. Ya no es un mundo homogéneo y eso lo capta bien la película. También con los enemigos, ya no se habla del nazi, como un todo compacto y malvado, sino un nazi, el soberbio Johann Schmidt o Red Skull (Hugo Weaving) líder de la facción subversiva HYDRA. Nótese cómo en el imaginario actual funciona mejor creer en el mal de un grupo terrorista que seguir apostando por los nazis.
Y el tercer punto es sobre las actuaciones, sobre todo las de Chris Evans y Hugo Weaving. Sobre Weaving no hay mucho más que decir, tiene ese don para ser un villano infame y cruel e infundir temor con sus gestos y mirada. Es Evans quien sorprende a todo el mundo. Del payaso y muy plano Johnny Storm en las nada recomendables películas de los Cuatro Fantásticos, hasta su Capitán hay un claro progreso. Como toda película de orígenes, el antes y después del héroe demanda del actor una transformación normalmente psicológica y ética pero en este caso también física, aunque con efectos especiales, pero igual cuenta. Y siento que Evans lo hace bien, lo hace creíble, aún en las limitaciones que el propio héroe le impone, con el estoicismo del Capitán, con su desprendimiento por la vida de los otros, con todo ello que en verdad son limitantes para matizar al personaje, logra captar los claroscuros inherentes al superhéroe. Probablemente en la película de los Vengadores esto se explore más, pero también aquí ya se va mostrando que la carga ominosa de ser héroe no es pelear contra una horda de villanos, sino enfrentar la soledad del mundo. Con la única excepción (que conozco al menos) de Reed Richards de los Cuatro Fantásticos, todo héroe al ser excepcional y singular está condenado al vacío, a enfrentar el mundo que lo admira pero que no lo entiende totalmente solo. La escena final de la película nos brinda esa entrada cuando Rogers despierta a un mundo que no es el que dejó 60 años atrás. Y el resto está en cómo hacer a esta América (a este mundo) actual suya nuevamente y encontrar un lugar donde todos los valores que encarnaba parecieran estar desfasados.
Si eso logran plasmar en una secuela para el Capitán América o quizá en la película de los Vengadores, sería un éxito inmediato. Con buenas actuaciones, efectos especiales, aunque con una narrativa que por momentos es algo apresurada. Aún así al menos las intenciones y posibilidades de esta película merecen resaltarse, haciéndola una de las mejores adaptaciones de un comic de Marvel a la fecha.
Y es que el problema de héroes como el Capitán América o Superman, que visten los colores americanos porque ellos encarnan la universalidad de lo mejor de los valores de la sociedad norteamericana, que para mediados del siglo pasado eran idóneos pero no para este momento pues el espectador contemporáneo simplemente ya no lo cree. Más que el declive del héroe, aquí sería pertinente señalar al espectador, tras la caída del mundo polarizado, de los grandes bloques, tras crisis económicas y el 11-S, en qué Capitán América puede creer la gente sin que las barras y estrellas terminen por dibujarnos un monigote, como el film de 1990.
Puesto así, la tarea no es tan fácil como parece que aprovechando el auge de héroes de Marvel en la pantalla grande, poner al Capitán sea un éxito asegurado. Joe Johnston (The Rocketeer, The Wolfman, etc.) es el director del Capitán América: el primer vengador (2011) y quizá sea una de las mejores películas del universo de Marvel por tres motivos básicos. El primero de ellos, y el básico para un film de superhéroes, es que tiene que respetar sus orígenes de comic. Por ejemplo, en eso falla clamorosamente Wanted aún cuando sea una película bastante decente. El segundo, es que no se aproveche de la imagen y nombre que vende, sino que entregue una buena historia, concisa y creíble dentro de la lógica del mundo que representa y aquí entra precisamente cómo muestran a un Capitán América contemporáneo e identificable con nuestra subjetividad. Y tercero, que los actores encarnen bien el papel que interpretan. Como dije, todo ello está en el film y lo explico brevemente.
Trabajar bajo la premisa que el film sale de un comic, es ir sobre el nivel de la epidermis y poner en escena elementos y personajes reconocibles para el fan, pero que no solo estén gratuitamente sino que terminen por potenciar a la misma película. Por un lado, la presencia de Dum Dum Dugan (Neal McDonough) y los Howling Commandos, Peggy Carter (Hayley Atwell) y sobre todo Bucky Barnes (Sebastian Stan) van más allá del efecto de estimular a los fans, todo lo contrario, permiten que el personaje principal crezca y se convierta en el ícono que debe ser y que este tránsito del personaje cómico al héroe fluya de manera natural. Y por otro lado, uno de los segmentos que a mí más me gusta es cuando el esmirriado Steve Rogers (Chris Evans) se transforma en el Capitán América, un gran segmento de la película se dedica a mostrarnos el lado más comic del Capitán. Usado como propaganda para las tropas y el pueblo norteamericano, viste con mallas y es portada de revistas (genial referencia a Captain America Comics #1) vistiendo el traje y el escudo clásico.
Pero hasta allí llega el nivel de la superficie, que todo fan agradece. Sin embargo donde está el mayor valor del film es en cómo engarza todos estos elementos y nos entrega un gran personaje. Retomando este ejemplo de la parafernalia americana, con los colores y el discurso grandilocuente, siento que el tono de la película apunta a cuestionar precisamente toda la maquinaria propagandística de Estados Unidos que es el origen del Capitán. Sin llegar a un nivel de denuncia, que hasta podría ser tomado como “antiamericano”, lo que siento es que el film busca recontextualizar la idea de lo que es americano hoy en día, haciéndome recordar las palabras de James Baldwin que decía que amaba a América más que a ningún otro país en el mundo y por ello insistía en criticarla perpetuamente. Quizá este sea un eje para entender a un Capitán contemporáneo y sobre todo verlo como un ícono más universal y menos “local”. No es la historia del chico patriota que daría su vida por su país, y como decía Voltaire, que un buen patriota se vuelve el enemigo del resto de la humanidad. Todo lo contrario, la idea de patriota que se plasma es la de un ciudadano de mundo, uno como todos, como cualquiera en cualquier parte del mundo. El mostrar la heterogeneidad del individuo es básico para que la película funcione, por ejemplo vemos en los comandos a americanos, europeos, afroamericanos, asiáticos, bueno, faltaba un latino, pero la idea es esa. Ya no es un mundo homogéneo y eso lo capta bien la película. También con los enemigos, ya no se habla del nazi, como un todo compacto y malvado, sino un nazi, el soberbio Johann Schmidt o Red Skull (Hugo Weaving) líder de la facción subversiva HYDRA. Nótese cómo en el imaginario actual funciona mejor creer en el mal de un grupo terrorista que seguir apostando por los nazis.
Y el tercer punto es sobre las actuaciones, sobre todo las de Chris Evans y Hugo Weaving. Sobre Weaving no hay mucho más que decir, tiene ese don para ser un villano infame y cruel e infundir temor con sus gestos y mirada. Es Evans quien sorprende a todo el mundo. Del payaso y muy plano Johnny Storm en las nada recomendables películas de los Cuatro Fantásticos, hasta su Capitán hay un claro progreso. Como toda película de orígenes, el antes y después del héroe demanda del actor una transformación normalmente psicológica y ética pero en este caso también física, aunque con efectos especiales, pero igual cuenta. Y siento que Evans lo hace bien, lo hace creíble, aún en las limitaciones que el propio héroe le impone, con el estoicismo del Capitán, con su desprendimiento por la vida de los otros, con todo ello que en verdad son limitantes para matizar al personaje, logra captar los claroscuros inherentes al superhéroe. Probablemente en la película de los Vengadores esto se explore más, pero también aquí ya se va mostrando que la carga ominosa de ser héroe no es pelear contra una horda de villanos, sino enfrentar la soledad del mundo. Con la única excepción (que conozco al menos) de Reed Richards de los Cuatro Fantásticos, todo héroe al ser excepcional y singular está condenado al vacío, a enfrentar el mundo que lo admira pero que no lo entiende totalmente solo. La escena final de la película nos brinda esa entrada cuando Rogers despierta a un mundo que no es el que dejó 60 años atrás. Y el resto está en cómo hacer a esta América (a este mundo) actual suya nuevamente y encontrar un lugar donde todos los valores que encarnaba parecieran estar desfasados.
Si eso logran plasmar en una secuela para el Capitán América o quizá en la película de los Vengadores, sería un éxito inmediato. Con buenas actuaciones, efectos especiales, aunque con una narrativa que por momentos es algo apresurada. Aún así al menos las intenciones y posibilidades de esta película merecen resaltarse, haciéndola una de las mejores adaptaciones de un comic de Marvel a la fecha.
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