lunes, 27 de octubre de 2014

The Purge: Anarchy

Debo admitirlo. Me equivoqué. Hace unos meses cuando vi The Purge (2013) de James DeMonaco, decía que algo peor que aquella lamentable película, era el hecho que a pesar de ser tan mala, vaya a tener una secuela. Quizá llevado por la decepción y el escepticismo, me cerré a la posibilidad que DeMonaco pueda redimirse. E insisto, hay que ser justo en reconocerlo, The Purge: Anarchy (2014) sin ser una maravilla, resultó todo lo que debió ser la primera entrega.


Recapitulemos un poco para ver de qué trata todo esto de la purga y qué no llegó a funcionar antes y ahora, al menos, lo hizo algo mejor. Estamos en el año 2023 y el sistema ha colapsado. Cuncta fessa, como decía Tácito. “Todo el mundo está cansado”. Por supuesto, la sociedad está hastiada, cansada de la inseguridad política y social, cansada de una economía asfixiante y ha dejado de creer en las instituciones. Ante ese escenario, la sociedad se entrega a los nuevos padres fundadores que instauran un nuevo sistema, capitalismo 2.0 si se quiere, que renacerá al país cual fénix de las cenizas al permitirse una noche de exceso honesto: La Purga. Esa noche todo crimen se admite sin castigo, yo puedo matar al usurero, al corrupto, al violador, etc. Una noche catártica que permita al sistema ser y seguir siendo. La premisa en ambas películas es esa, pero en la primera parte fracasa pues se queda en un tratamiento epidérmico para reducirse a la invasión en una casa, dejando mucho de esa crítica social fuera. Todo lo contrario sucede en Anarchy. El contexto es un Estados Unidos con niveles mínimos históricos de desempleo y pobreza. La Purga va a empezar y sin embargo, algo no funciona ni convence al ciudadano.

Hace bien la película al abrir el abanico de personajes, aunque no todos tratados de la mejor manera como parece ser un signo preocupante del director. Ahora se centra en personajes de estratos medios y bajos, aquellos que no tienen para comprar su seguridad en la noche. Eva (Carmen Ejogo) es una camarera que vive junto a su padre y Cali (Zoë Soul), su hija en una zona deprimida de la ciudad. Shane (Zach Gilford) y Liz (Kiele Sanchez), quizá lo menos interesante del film, son una pareja que no puede llegar a una zona segura y queda atrapada en el centro de la ciudad. Y finalmente Leo (Frank Grillo) es un sargento cuyo hijo asesinado no vio justicia y desea aprovechar la noche de la purga para vengarse. No entraré a detallar cada personaje pues no lo siento relevante, quizá sí el hecho que mal que bien, la química entre ellos funciona y permite al grupo moverse por la ciudad y explorarla no solo como presas pero también como cazadores.


Y ese movimiento es lo que hace que Anarchy cobre fuerza. Ya desde la primera película se hablaba del capitalismo como la encarnación deshumanizadora del ser humano, de cómo la purga desecha lo inservible  de la civilización, pero por supuesto, haciendo énfasis en el privilegio de clases. Este enfoque, que yo sé que no es novedoso, pero al menos le da algo de estabilidad y suelo para poder trabajar pues se mantiene en esa línea de principio a fin y no queda solo en intenciones y situaciones inconexas. Un error que sí se comete en la primera parte o en una película que también trató de ir por ese lado y fracasó patéticamente como Hostel 2. Aquí desde el inicio es palpable que la monstruosidad va de la mano con la deshumanización. Lo económico, la brecha social que va deformando la naturaleza del individuo. Una muy buena escena para ejemplificarlo sería donde el padre de Eva despotrica contra la purga, pero él mismo se vende a una familia rica para ser asesinado y con ese dinero salvar a su hija y nieta. Más adelante, se retoma esa figura con un grupo de millonarios que compran a más desafortunados para cazarlos en ambientes controlados. La idea se va cimentando: las máscaras que usamos día a día, para tolerar la ficción de ser una nación, esa noche caen para ponernos las caras que de verdad tenemos.

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Armas y capitalismo: Una tradición americana

Se me quedan en el tintero dos personajes, el de un grupo antipurga muy al estilo de los “indignados”, que apuntaría a ser un tipo de respuesta ciudadana ante un sistema excluyente y la réplica de este mismo sistema con la figura de Big Daddy. Pero tampoco es algo que cambie en demasía la opinión que tengo de Anarchy. Quiero reiterar que esta no es una película magistral ni tampoco radicalmente distinta. Es más, creo que ni siquiera es de horror sino de acción, pues por momentos el buen Leo estaba más cercano a emular al Punisher. Pero quiero rescatar la capacidad que tuvo DeMonaco para mejorar algo que por un momento pensé que no tenía salvación. Y eso sí lo siento meritorio.

The Purge: Anarchy (2014) on IMDb

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