lunes, 17 de octubre de 2011

Crossed

Entre las líneas que tejen la narrativa de Garth Ennis, uno de mis escritores favoritos, está su desdén por las convenciones sociales y el entramado cultural que constituye al sujeto. En sus historias (Preacher, The Authority, Hellblazer, The Boys, etc.) los temas comunes son la violencia inherente al ser humano, el sexo y un ácido cuestionamiento por la ficción que llamamos sociedad.

No obstante, siempre había un límite en lo humano que impedía que todo ese atrevimiento nos explotara en la cara, como un último resquicio de cordura que evitaba que se cayera por completo la máscara de los seres civilizados. Pero Ennis, junto al artista Jacen Burrows (Blackgas, las series de The Living Dead, etc.), decidieron forzar esos límites y crear la historia más depravada y cruda que muestre a ese ser humano sin límites, sin máscaras, en toda su irracionalidad animal como pura pulsión tanática. Un ser dominado por los impulsos primarios de comer, matar y copular. Eso es Crossed (2008).

Probablemente la historia de Crossed no resulte un trabajo original, pues al leerla es innegable sentir cómo se alimenta de fuentes de horror conocidas. Más que en la saga de The Living Dead como han comentado algunas reseñas, siento que tiene más cercanía a otra obra de George Romero como The Crazies. Y es que aquí no se trata de un enemigo ajeno, como un zombie, sino uno propio y oculto en nosotros mismos, latente y a la espera de liberarse. Es la historia del psicópata, del pedófilo, del fanático religioso, del asesino en serie, de los asesinos en masa de Columbine o de Virgina Tech, todo aquel que está dentro de la sociedad como un depredador mimetizado.

Por ello, el argumento de Crossed no necesita mayor explicación ni motivos para su inicio pues es algo tan cercano pero a lo que volteamos el rostro pues estamos peligrosamente acostumbrados. En un pueblo norteamericano, la vida transcurre monótonamente hasta que aparece el primer “cruzado” y desata una carnicería asesinando a todos los que puede. Cuando los personajes se dan cuenta, ya el mundo se encuentra entrampando en una espiral homicida que no tiene visos de terminar. No hay escape ni espacio para la heroicidad y su única salida no es solo mantenerse vivos, sino mantenerse humanos.

Desde el inicio, Ennis ya pone el dedo en la yaga. Nos habla de nuestra naturaleza distante, de una subjetividad que ha perecido hace mucho. Nos enrostra nuestra existencia ausente de profundidad, desprovista de sentimientos y emociones. Y no es que en esta época no existan sentimientos, sino que estos son tamizados o impersonales, cada vez más imposibilitados de crear vínculos con el otro. Por ejemplo, los personajes ven la historia por TV o YouTube, extasiados en su incredulidad y seguridad de ser observadores y no partícipes. Consumen la imagen pero no el contenido y este síntoma de la época conlleva al repliegue del individuo, a un ensimismamiento y parsimonia ante el horror inminente e inevitable.

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Evidentemente, este es un comic sólo para adultos

Por ello creo que es interesante rescatar y llamar la atención sobre Crossed. Ennis además de proponer una excelente y visceral historia de horror, lo que está haciendo es resimbolizar la vida. Y la única manera de hacerlo, es a través de la destrucción. Mientras en la narrativa, vamos sintiendo cómo los vínculos humanos van deteriorándose a medida que los sobrevivientes se enfrentan a su extinción, en lo visual Burrows capta a la perfección cómo sería el fin del mundo y la decrepitud del cuerpo humano llevado al extremo. Por medio de esa destrucción de la utopía (del mundo moderno y civilizado) es que puede plantearse un escape, pensarse de manera distinta.

Al final de la historia, cuando los personajes han sido llevados al límite de lo decible, por ejemplo ejecutar a unos niños que se habían vuelto caníbales por la falta de alimento, o matar a uno de sus compañeros al descubrir que cuando el mundo era “normal” él era un asesino en serie homosexual, ellos enfrentan por última vez a los cruzados. Finalmente llega la epifanía y se dan cuenta que no hay mayor misterio entre ellos y los infectados. Estos cruzados no han realizado nada que un ser humano “normal” no haya hecho, o pensado hacer. A través de ellos, nosotros nos percatamos que los bordes son construcciones artificiales y frágiles y que en el fondo, si todos pueden llegar a ser inhumanos, también todos pueden llegar a ser culpables de estos por el cinismo de nuestra parsimonia.

En Crossed hay un cuestionamiento de nuestra naturaleza y a nuestra sociedad. En una historia sin finales felices, no hay lugar para héroes ni para villanos. No hay víctimas ni verdugos, sólo culpas por acción u omisión que devoran, culpas que laceran el alma tentándote en volverte otro cruzado.


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