Resulta complicado señalar un comic preferido entre la enorme y muy buena oferta que nos brindó la editorial Vertigo durante estos años. Uno de los últimos títulos con los que me enganchó y siempre había tenido deseos de comentar fue Northlanders (2008) de Brian Wood. No resulta sencillo sintetizar el guion de esta serie ya que no se cierra en un personaje, ni siquiera en un lugar o espacio determinado. Al contrario, esa es su riqueza ya que sigue el devenir de una cultura durante la época vikinga, su expansión, apogeo y declive, explicado a partir de factores económicos, políticos y religiosos.
En un primer momento, la dificultad para comentar este volumen estaba en no querer detallar cada arco de la historia. Sin embargo, creo que vale la pena entrar al menos a comentar un par de ellos. Como dije al inicio, Northlanders nos lleva a conocer más de la historia escandinava y su expansión por todo el norte europeo, su cultura, religión, modo de vida y eventual decadencia en la medida que se encuentra con otros reinos (gracias a Wood me entero que los vikingos sitiaron Paris o llegaron hasta Constantinopla) que los conquistaron militar y económicamente y por supuesto, la feroz expansión del cristianismo que entre la cruz y la espada, terminó por doblegar al panteón nórdico.
Y sin lugar a dudas, este último punto es lo que más me atrapó de Northlanders, historias como "The Shield Maidens", “Metal” y la fenomenal “The Icelandic Trilogy” se centran en este conflicto entre dos puntos radicalmente opuestos de entender el mundo a partir de la religión. Las dos primeras historias nos llevan a una oposición agresiva y que termina con el derramamiento de sangre de los invasores cristianos, siempre en un tono melancólico de una guerra que inevitablemente se va perdiendo. A pesar de su brevedad, "The Shield Maidens" (868 DC) pone énfasis en dos ejes, primero la diferencia religiosa, segundo la diferencia de géneros. Centrada en la región del Danelaw (ahora el noreste de Inglaterra), cohabitaban los cristianos anglosajones y los daneses vikingos. Allí, tres mujeres danesas resisten el asedio de un destacamento sajón, que a través de hachas, lanzas y la palabra de Dios, intentan doblegarlas. Sin embargo, en la medida que resisten los embates iniciales se percatan que más allá del odio a un enemigo, lo que los sajones cristianos sentían era temor hacia esas tres aberraciones. Ellas, precisamente mujeres que empuñasen el hacha, estaban fuera de su comprensión y eso los aterraba. El desenlace de la historia, cual tragicomedia juega con ese factor, entre supersticiones, risas y muerte. “Metal” (700 DC) por el contrario, es un desencuentro más visceral, donde el odio al distinto hace imposible un diálogo entre ambos. La Iglesia avanza vorazmente a través de Noruega, comprando a jefes tribales, adoctrinando y construyendo asentamientos con la consecuente desaparición y persecución al modo de vida de los locales. De todos los arcos de Northlanders, "Metal" se destaca por ser el único que incorpora elementos míticos a su narrativa cuyo personaje central, Erik Thorsson es elegido por la diosa Hulda para erradicar a los cristianos que amenazan su tierra. Erik se lanza en una cruzada personal contra los hombres de Dios, contra monjes, soldados, incluso noruegos convertidos sea por convicción o dinero. El desenlace, con un Erik peleando no solo por su tierra sino por un espacio que heredar a su hijo, lo lleva a luchar no solo contra los cristianos sino con la misma Hulda. Y sea esto un fragmento de locura o no, lo real es que el hombre más allá de dioses y política lo que busca es solo un lugar donde existir en paz.
El último arco “The Icelandic Trilogy” (871-1260 DC), es una verdadera joya por parte de Woods. Aquí nos brinda un panorama aún más intrincado a la cuestión política-religiosa que terminó por socavar a esta cultura, mostrando las tácticas de dominio de la Iglesia usando rivalidades de clanes, su poder económico y militar. A partir de la historia de once generaciones del clan Hauksson, que conquista, domina y termina por perder el dominio de Islandia ante la corona noruega. Tenemos tres narradores princpiales, Ulf Hauksson que asienta a su clan como el líder de Islandia a partir de guerras locales contra otros clanes, especialmente los Belgarsson. Hacia el 999, nos encontramos con Brida Hauksson, cuya familia ahora domina militar y económicamente la isla, hasta que llega la Iglesia a Islandia y a partir de una alianza con los muy mermados Belgarsson, merman el poder de los Hauksson. Brida lanza una ofensiva contra sus enemigos pero comprende que militarmente resultaría imposible derrotar a los cristianos. La conversión es inevitable y lo único que podría hacer es salvar algunos vestigios de su cultura, mimetizándose con elementos cristianos durante la asimilación. Finalmente, hacia 1260, Oskar Hauksson toma el poder de su casa arrebatándoselo a su padre aún con vida. Nostálgico por el linaje de su apellido, ve la oportunidad de restablecer su grandeza durante las luchas internas y civiles que asolaban la isla durante la era Sturlung . Oskar, encierra a su padre quien deseaba esperar el desenlace del conflicto antes de tomar partido, y decide atacar al resto de familias y tomar el poder antes de cederlo a las facciones que estaban apoyados por el rey Haakon IV de Noruega. Precisamente, ese apoyo hacia el clan Sturlung decide la guerra y termina con el fin de los Hauksson. "The Icelandic Trilogy" es una síntesis perfecta de lo que significa Northlanders. Nos habla de la expansión cultural, de la resistencia religiosa (incluso como la otra cara de la resistencia política) y la negociación a partir de matrimonios o incluso el comercio.
Por supuesto, Woods tampoco nos pinta un panorama idílico de los vikingos. Basta leer historias como "The Cross + The Hammer", "Sven, The Immortal" o "The Plague Widow" para comprender que sobre todo, esta era una cultura guerrera y como tal, la lucha, la muerte, el dominio sobre el otro era una lógica cotidiana. Si algo puede ser considerado como un eje en común en todas estas historias, es precisamente la lucha. Luchar por sobrevivir a una cultura de guerra, a una religión opresiva, a un terreno inhóspito, al aislamiento en los límites de la civilización, al frío, al mar, a la espada. Es la lucha por el día a día lo que hace a cada uno de estos personajes un héroe, más allá de consideraciones éticas hacia el motivo que los impulsa a seguir vivos.
Hacia el final de la historia de los Hauksson, Oskar se lamenta y sentencia con tristeza la terrible carga del legado donde conceptos como religión y política solo enturbian la mente y añora aquellos días más simples cuando solo se peleaba por lo cotidiano. Personalmente, creo que Oskar luego de haber reducido a la nada su apellido se redime al trivializar su muerte y buscarla a fin que su familia sobreviva. Precisamente, si algo queda después de la carnicería y el baño de sangre, después de la muerte de dioses y reyes, después de hambrunas, inviernos o pestilencias, es la seguridad que la muerte no es el fin. La muerte de una cultura, a veces conlleva el nacimiento de una nación. Llena de odio y resentimiento por su pasado. O tratando de salvarlo del olvido ante una nueva y opresiva nueva forma de vida. Pero esa es la vida, una lucha cotidiana y eterna por ser y seguir siendo.
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