miércoles, 29 de mayo de 2013

Evil Dead

Hace un par de días, tuve la chance de leer un comentario sobre las adaptaciones y cómo estas deben aprovechar en sumergirse en la calidad del producto original sin terminar por ahogarse por intentar replicar todos los detalles del original. Al respecto, tomar un film de culto y aventurarse en un remake conlleva un riesgo paradójico que implica la imposibilidad de reproducir el original o de decepcionar al tomarse demasiadas libertades intentando encontrar una voz propia. Evil Dead (2013) del uruguayo Fede Álvarez considero que encuentra su justo medio, entre un producto con un sello propio y un tributo al film original (1981) de Sam Raimi y demuestra que no todos los remakes están destinados a ser una pálida e inferior excusa para la nostalgia.


A pesar de ser una película tan icónica, no creo que resulte ocioso revisar el guión puesto que tiene ciertas diferencias con la versión original. En el film, cinco amigos se reúnen en una cabaña para ayudar a uno de ellos, Mia (Jane Levy), a superar su adicción a las drogas. Sin embargo, en ese mismo lugar había ocurrido un ritual de naturaleza sobrenatural y el libro de los muertos había sido abandonado en el sótano de esta cabaña. Uno de los personajes, aún con todas las advertencias para no leerlo, abre el libro y recita una invocación que libera a un demonio que posee a Mia, la cual finalmente planea acabar con todos ellos para traer el infierno a la tierra.


Si bien no resulta imperioso ver la película de Raimi para disfrutar de esta versión, sin lugar a dudas hacerlo enriquecería la experiencia al notar los constantes guiños a la herencia del género. Y no me refiero solo a las cantidades industriales de sangre, un sello característico del splatstick (comedia gore), un subgénero encumbrado por directores como el mismo Raimi o Peter Jackson. Es claro que la versión de Álvarez elide los matices cómicos directos, aunque pueda hablarse de humor de manera soterrada en la sobreexposición a lo exagerado y me refiero a ese final teñido de rojo. Pero hacía referencia también a toda la parafernalia del horror ochentero. Por ejemplo, la última chica (en referencia al sobreviviente de la matanza que casi siempre es mujer), e incluso la preponderancia del lugar terrible (mansiones, cabañas, etc.) y apartado de la civilización y el orden.

Por supuesto, todo esto lleva a un film con un argumento bastante previsible. Este es sin duda el punto más flojo de Evil Dead que parte con un intenso inicio entre una persecución y un exorcismo y hasta volver a encontrar su siguiente punto de tensión pasa por unas lagunas perjudiciales para el desarrollo tanto de historia como de personajes. El mérito de Álvarez, sin embargo, es que crea una película que no por todos estos defectos deja de ser efectiva. Más allá de la revisión del argumento, que ciertamente es importante, o hablar sobre los efectos especiales, y baste agradecer el evitar el CGI, trataré de enfocarme más en los elementos que insertan a esta película como unas de las mejores exponentes de horror que he visto en los últimos años.

Sin duda, uno de los ejes de esta es la cabaña en el bosque –este lugar terrible pero nicho común del horror- en donde la decadencia física del lugar se fusiona con la de los personajes perdiéndolos dentro de los cimientos físicos de la casa pero también con los de la locura y el mal. El espacio cerrado connota la imposibilidad de escape, tanto para los personajes como nosotros y nos enrostra la cercanía a lo mortal y registra sin filtros la destrucción y fragilidad del cuerpo humano. Es importante notar que tanto el lugar como las armas (cuchillos, jeringas, clavos, sierras, una reivindicación total del slasher) apuntan a lo que Carol Glover identificaba como ese terreno pre-tecnológico, cuasi arcaico y apartado de la moderna sociedad, donde tanto atacante como víctima se funden en un rito animal de supervivencia. Estas armas, cual garras y colmillos (recordemos los ataques de Mia a Natalie mordiéndola o de Olivia a Eric clavándole las agujas en el ojo) son extensiones del cuerpo tanto del asaltante como quien recibe el golpe que lacera su cuerpo. Esa herida, ese tránsito de la sangre de un cuerpo al otro, crea un nexo que imbrica de manera simultánea vida y muerte entre ambos sujetos. Y por supuesto, también entre quien observa y quien yace en pantalla.

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La carne y el metal. Una historia conocida y siempre dolorosa
Fede Álvarez reactiva esta fascinación primitiva por el cuerpo, por la carne entre su inevitable fin y su imposible supervivencia. No de la manera tosca del torture-porn, el gore contemporáneo, en donde la muerte se cosifica volviéndose una mercancía producida en serie. Es decir, en donde la sangre se vuelve un gesto vacío, aburrido y anémico, sin más propósito que buscar el choque burdo y sin sentido. Todo lo contrario, Evil Dead reinyecta vida a este género, teniendo siempre en mente este gusto primordial del terror, esta paradoja de lo abyecto (la repulsión) y fascinante (la catarsis) que resulta acercarse al cuerpo, a abrirlo y quedarse sin aliento al ver que quizá allí dentro hay algo de nosotros mismos. Personalmente, creo que Álvarez logra algo que Raimi también lo hizo en su primera versión. Darnos a los fans no solo una gran película, sino una gran experiencia de horror.

Evil Dead (2013) on IMDb

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