Semanas atrás, caminaba con mis amigos Eduardo y Julia y se dio una conversación de películas propicias para Halloween. Surgieron algunos títulos hasta que llegamos a comentar Anticristo (2009) de Lars von Trier, que vi hace poco y aunque no sea propiamente un film de horror, de igual forma traté de convencerlos para verla. Cuando llegamos al stand de películas, lamentablemente el vendedor trató de estafarnos al ofrecernos Exorcismus (2010) en lugar de Anticristo. Aunque quizá no sea totalmente su culpa ya que esta película vino al circuito limeño con el nombre de la obra de von Trier. Y aunque mi amigo no compró ninguna, pudimos pensar algunos motivos por los que esta buena película por aquí no tuvo promoción.
Eduardo me dijo que su hermano la vio con un grupo de amigos, y al final no sabían que opinar del film. Me resultó curioso, pues es la sensación que yo tuve luego de ver Los Idiotas (1998) del mismo director. Y para ser sinceros, con lo poco que he visto, von Trier no hace películas fáciles de ver ni comprender en todas las capas de sentido que ofrece. Lo cual es muy bueno ya que son obras que no se agotan y permiten múltiples lecturas, siempre y cuando estén ceñidas no solo a la imagen que muestra von Trier, sino a la intención del film. Y digo esto para refutar algunos comentarios que acusan a Anticristo de ser una película misógina, cuando para mí es todo lo contrario. Pero es algo a lo que llegaré dentro de poco.
Dividida en cuatro capítulos, sobre el nivel de la superficie la historia narra la descomposición de un matrimonio que pierde a su hijo que se lanza por la ventana mientras ellos tenían sexo. Ella (Charlotte Gainsbourg), incapaz de sobreponerse a esta pérdida, y devorada por el dolor, trata de sobreponerse a través de sexo con Él (Willem Dafoe), lo que solo resulta un placebo. Él decide llevarla hacia Eden, una casa en las montañas donde podría comenzar su proceso de cura. Aunque Ella sentía temor de este lugar, él en su condición de terapeuta, la convence. En Eden, sin embargo, las cosas se salen de control, y termina la historia en más sexo y muerte.
Pero con von Trier, hay más de lo que se ve. En su película está representada una idea de Serge André [1], sobre la feminidad como una problemática que no puede ser sujetada a una Ley. Es decir, el goce femenino no puede ser limitado o castrado dentro de una ley u orden –patriarcal-, y creo yo, que como nota a pie de página también dice que el hombre no sabe nada de esto, y en su ignorancia, lo que le queda por hacer es silenciar ese goce antes que lo destruya. Esa lectura, además de una interpretación de un curso de cine y psicoanálisis al que asistí hace poco, permite una nueva entrada a la película.
En la primera escena por ejemplo, Él y Ella hacen el amor desenfrenadamente. Existen solo ellos dos en el mundo uniendo sus cuerpos mientras el hijo se lanza por la ventana a su muerte. Para Ella, más allá del drama de la pérdida está también el drama de la división que surge en ella como sujeto pues no hay un lugar de encuentro entre la Mujer y la Madre. El lugar de la Madre pareciera estar dado por la ley como una manera de ponerle coto al goce desmedido, el lugar de un placer reglamentado. El lado de la Mujer, por el contrario, es el del goce sin castración, como dice Lacan, “gozar de algo es poder usarlo hasta abusar de él”, y es lo que precisamente hace Ella como Mujer, disfruta en libertad, pasando las fronteras de lo útil.
Por supuesto, Ella advierte esta escisión en sí misma y el peligro que encierra. Su cuerpo, reacciona ante el temor a ser desbordada. Pero la película nos dice que Él, como posición masculina, falla en la interpretación. Él es el discurso patriarcal, médico, de la cultura que cree tener la Verdad pero que falla en ver que algo se escapa a este. Ese algo que es la singularidad en Ella, que está emergiendo y trata de aplacar con más sexo, pero como el hombre no sabe cómo lidiar con ese algo y tampoco estará a la altura de ese goce, terminará aplastándolo.
Es bastante explícito este des-encuentro, cuando Él trata de encontrar lo que está mal en Ella a través de la terapia y aún más en el momento que deciden viajar a Eden. Cuando hablan de sus mayores temores, Ella le dice que este lugar, tan verde, tan lleno de naturaleza le aterra, pero Él desde su posición del saber, cree que solo confrontando su miedo puede curarse. Incluso le pide fundirse en lo verde, viendo solo la belleza sobre la superficie de la naturaleza, pero no lo que está por debajo, lo siniestro, la muerte, que se esconde en las raíces de ésta. Este encuentro o fusión con ese algo que amenaza, y coincide con la llegada a la pareja al Eden y la (re)identificación de Ella con la naturaleza. Quizá este sea el encuentro con el “anticristo”. Personalmente, creo que esta idea del mal está relacionada con lo no dominado. Con aquello que no se ha atrapado y por tanto, sometido. Esa es la idea del Caos Reina.
El desenlace de la película es la consecuencia lógica del des-amor, o que Él no ame lo femenino en Ella. Este caos que Ella trató de advertir, pero que inevitablemente llega para llevarse todo a su paso. Él descubre la tesis en la que su esposa trabajaba, sobre brujas y crímenes de género. Descubre fotos en las que Ella inconscientemente tortura y deforma a su propio hijo (supuesto fruto del amor entre ambos) pero ya es muy tarde para ellos. Ese algo ha emergido y la ha dominado por completo. El sexo entre ambos es sádico y la palabra de amor ya no aplaca ese goce femenino que la excede. Quizá eso explique no solo la castración que Él sufre, sino que Ella al rememorar el encuentro sexual entre ambos, ahora se muestre como totalmente consciente de la muerte de su hijo. Es decir, que su ser como Madre fue opacada por el seguir gozando como Mujer. Y eso permite entender la ablación de clítoris que ella misma se practica, en uno de los momentos más crudos de todo el film.
Él terminará matándola, ahorcándola y silenciándola (y también a ese goce femenino desbocado) como una manera de retomar el control y recomponer un orden que se había perdido. Sale del Eden y es rodeado por cientos de mujeres, pero ya todas sin rostros, anónimas y mudas. De alguna manera, el anticristo puede haber sido dominado. Ciertamente, esta es una interpretación de la película de las muchas que pueden postularse. Pero creo que permite entrar más allá de la imagen, con escenas muy fuertes pero nunca gratuitas, y tocar temas que atañen al sujeto y a la pareja en una historia de des-encuentro más allá del horror o del drama en pantalla.
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[1]Serge André, ¿Qué quiere una mujer?, 2002.
Eduardo me dijo que su hermano la vio con un grupo de amigos, y al final no sabían que opinar del film. Me resultó curioso, pues es la sensación que yo tuve luego de ver Los Idiotas (1998) del mismo director. Y para ser sinceros, con lo poco que he visto, von Trier no hace películas fáciles de ver ni comprender en todas las capas de sentido que ofrece. Lo cual es muy bueno ya que son obras que no se agotan y permiten múltiples lecturas, siempre y cuando estén ceñidas no solo a la imagen que muestra von Trier, sino a la intención del film. Y digo esto para refutar algunos comentarios que acusan a Anticristo de ser una película misógina, cuando para mí es todo lo contrario. Pero es algo a lo que llegaré dentro de poco.
Dividida en cuatro capítulos, sobre el nivel de la superficie la historia narra la descomposición de un matrimonio que pierde a su hijo que se lanza por la ventana mientras ellos tenían sexo. Ella (Charlotte Gainsbourg), incapaz de sobreponerse a esta pérdida, y devorada por el dolor, trata de sobreponerse a través de sexo con Él (Willem Dafoe), lo que solo resulta un placebo. Él decide llevarla hacia Eden, una casa en las montañas donde podría comenzar su proceso de cura. Aunque Ella sentía temor de este lugar, él en su condición de terapeuta, la convence. En Eden, sin embargo, las cosas se salen de control, y termina la historia en más sexo y muerte.
Pero con von Trier, hay más de lo que se ve. En su película está representada una idea de Serge André [1], sobre la feminidad como una problemática que no puede ser sujetada a una Ley. Es decir, el goce femenino no puede ser limitado o castrado dentro de una ley u orden –patriarcal-, y creo yo, que como nota a pie de página también dice que el hombre no sabe nada de esto, y en su ignorancia, lo que le queda por hacer es silenciar ese goce antes que lo destruya. Esa lectura, además de una interpretación de un curso de cine y psicoanálisis al que asistí hace poco, permite una nueva entrada a la película.
En la primera escena por ejemplo, Él y Ella hacen el amor desenfrenadamente. Existen solo ellos dos en el mundo uniendo sus cuerpos mientras el hijo se lanza por la ventana a su muerte. Para Ella, más allá del drama de la pérdida está también el drama de la división que surge en ella como sujeto pues no hay un lugar de encuentro entre la Mujer y la Madre. El lugar de la Madre pareciera estar dado por la ley como una manera de ponerle coto al goce desmedido, el lugar de un placer reglamentado. El lado de la Mujer, por el contrario, es el del goce sin castración, como dice Lacan, “gozar de algo es poder usarlo hasta abusar de él”, y es lo que precisamente hace Ella como Mujer, disfruta en libertad, pasando las fronteras de lo útil.
Por supuesto, Ella advierte esta escisión en sí misma y el peligro que encierra. Su cuerpo, reacciona ante el temor a ser desbordada. Pero la película nos dice que Él, como posición masculina, falla en la interpretación. Él es el discurso patriarcal, médico, de la cultura que cree tener la Verdad pero que falla en ver que algo se escapa a este. Ese algo que es la singularidad en Ella, que está emergiendo y trata de aplacar con más sexo, pero como el hombre no sabe cómo lidiar con ese algo y tampoco estará a la altura de ese goce, terminará aplastándolo.
Es bastante explícito este des-encuentro, cuando Él trata de encontrar lo que está mal en Ella a través de la terapia y aún más en el momento que deciden viajar a Eden. Cuando hablan de sus mayores temores, Ella le dice que este lugar, tan verde, tan lleno de naturaleza le aterra, pero Él desde su posición del saber, cree que solo confrontando su miedo puede curarse. Incluso le pide fundirse en lo verde, viendo solo la belleza sobre la superficie de la naturaleza, pero no lo que está por debajo, lo siniestro, la muerte, que se esconde en las raíces de ésta. Este encuentro o fusión con ese algo que amenaza, y coincide con la llegada a la pareja al Eden y la (re)identificación de Ella con la naturaleza. Quizá este sea el encuentro con el “anticristo”. Personalmente, creo que esta idea del mal está relacionada con lo no dominado. Con aquello que no se ha atrapado y por tanto, sometido. Esa es la idea del Caos Reina.
El desenlace de la película es la consecuencia lógica del des-amor, o que Él no ame lo femenino en Ella. Este caos que Ella trató de advertir, pero que inevitablemente llega para llevarse todo a su paso. Él descubre la tesis en la que su esposa trabajaba, sobre brujas y crímenes de género. Descubre fotos en las que Ella inconscientemente tortura y deforma a su propio hijo (supuesto fruto del amor entre ambos) pero ya es muy tarde para ellos. Ese algo ha emergido y la ha dominado por completo. El sexo entre ambos es sádico y la palabra de amor ya no aplaca ese goce femenino que la excede. Quizá eso explique no solo la castración que Él sufre, sino que Ella al rememorar el encuentro sexual entre ambos, ahora se muestre como totalmente consciente de la muerte de su hijo. Es decir, que su ser como Madre fue opacada por el seguir gozando como Mujer. Y eso permite entender la ablación de clítoris que ella misma se practica, en uno de los momentos más crudos de todo el film.
Él terminará matándola, ahorcándola y silenciándola (y también a ese goce femenino desbocado) como una manera de retomar el control y recomponer un orden que se había perdido. Sale del Eden y es rodeado por cientos de mujeres, pero ya todas sin rostros, anónimas y mudas. De alguna manera, el anticristo puede haber sido dominado. Ciertamente, esta es una interpretación de la película de las muchas que pueden postularse. Pero creo que permite entrar más allá de la imagen, con escenas muy fuertes pero nunca gratuitas, y tocar temas que atañen al sujeto y a la pareja en una historia de des-encuentro más allá del horror o del drama en pantalla.
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[1]Serge André, ¿Qué quiere una mujer?, 2002.
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