Mientras escribo mi tesis de literatura, he estado revisando varios títulos que salieron en los 90 y que había olvidado que compré. Y luego de releerlos ya entendí el motivo de este olvido pues la expectativa de la noche de cuervos prometida en el título del libro, no nos lleva a los foscos y recónditos vacíos existenciales que al menos yo esperaba. Todo lo contrario, esta oscuridad está presente y dispersa en el deseo de desentramar el discurso de esta corta novela.
La verdad es que Noche de Cuervos, la primera novela del escritor peruano Raúl Tola, no brinda nada novedoso y no sale del lugar común. La historia de unos escolares en viaje de promoción, el desenfreno en Cuzco, nos lleva a una nueva narrativa urbana juvenil que en pocos años está agotando sus posibilidades de sorprendernos. Más aún, las esperanzas que Tola utilizara el marketeado tópico urbano juvenil como pretexto para hacer una reelaboración del género, se van disolviendo a medida que el personaje narrador hace el mismo viaje descendente hacia el encasillamiento y la monotonía.
En cuanto a los temas, ya se ha ido mencionado que pareciera ser una novela sacada de un molde: la apatía, la desconfianza, la indefinición, las frustraciones, la marginalidad, las calles, la violencia, la soledad, la indiferencia, el sexo y las drogas. Todo esto en una envoltura conocida, plasmada en este caso en Cuzco pero que bien pudo haber sido cualquier otra ciudad y no habría influenciado en el contenido.
Si bien esta novela podría clasificarse como un realismo urbano, donde incluso el mérito de esta nueva tendencia narrativa, sería la de estar marcando una moderna literatura de costumbres, lamentablemente el discurso enrevesado y, en algunos casos, repetitivo, le quita profundidad al relato. Y lo que prometedoramente se avizoraba como más que una postal de la sociedad peruana, se limita justamente a volverse eso, a una caricatura. Meras superficies del problema.
En el discurso de Tola es evidente una tendencia a la simplificación de las estructuras de composición. Prima un lenguaje despojado de ornamentos y el recargado uso de figuras. Pero es a la vez un vocabulario limitado, y con un reiterativo uso de las pocas técnicas narrativas empleadas, como el intercalamiento de extractos de canciones, regresiones y soliloquios. Lo cual, tiene un impacto contrario en el lector, pues en lugar de presentar novedad, provoca monotonía y facilita prever los desenlaces.
Un desenlace previsto es justamente que yo no recomiende Noche de Cuervos. Tiene un par de pasajes destacados, pero no lo suficientes ni con la fuerza necesaria para grabarse en la memoria. Es verdad, es la primera novela de Tola pero esa no es justificación para apoyarse en el facilismo de seguir construyendo estos discursos en serie con los mismos temas y formas de escritura.
La verdad es que Noche de Cuervos, la primera novela del escritor peruano Raúl Tola, no brinda nada novedoso y no sale del lugar común. La historia de unos escolares en viaje de promoción, el desenfreno en Cuzco, nos lleva a una nueva narrativa urbana juvenil que en pocos años está agotando sus posibilidades de sorprendernos. Más aún, las esperanzas que Tola utilizara el marketeado tópico urbano juvenil como pretexto para hacer una reelaboración del género, se van disolviendo a medida que el personaje narrador hace el mismo viaje descendente hacia el encasillamiento y la monotonía.
En cuanto a los temas, ya se ha ido mencionado que pareciera ser una novela sacada de un molde: la apatía, la desconfianza, la indefinición, las frustraciones, la marginalidad, las calles, la violencia, la soledad, la indiferencia, el sexo y las drogas. Todo esto en una envoltura conocida, plasmada en este caso en Cuzco pero que bien pudo haber sido cualquier otra ciudad y no habría influenciado en el contenido.
Si bien esta novela podría clasificarse como un realismo urbano, donde incluso el mérito de esta nueva tendencia narrativa, sería la de estar marcando una moderna literatura de costumbres, lamentablemente el discurso enrevesado y, en algunos casos, repetitivo, le quita profundidad al relato. Y lo que prometedoramente se avizoraba como más que una postal de la sociedad peruana, se limita justamente a volverse eso, a una caricatura. Meras superficies del problema.
En el discurso de Tola es evidente una tendencia a la simplificación de las estructuras de composición. Prima un lenguaje despojado de ornamentos y el recargado uso de figuras. Pero es a la vez un vocabulario limitado, y con un reiterativo uso de las pocas técnicas narrativas empleadas, como el intercalamiento de extractos de canciones, regresiones y soliloquios. Lo cual, tiene un impacto contrario en el lector, pues en lugar de presentar novedad, provoca monotonía y facilita prever los desenlaces.
Un desenlace previsto es justamente que yo no recomiende Noche de Cuervos. Tiene un par de pasajes destacados, pero no lo suficientes ni con la fuerza necesaria para grabarse en la memoria. Es verdad, es la primera novela de Tola pero esa no es justificación para apoyarse en el facilismo de seguir construyendo estos discursos en serie con los mismos temas y formas de escritura.
tags: Literatura Perú Raúl Tola Noche de Cuervos
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