martes, 25 de junio de 2013

Man of Steel

Es casi un consenso general decir que Superman Returns (2006), la versión de Bryan Singer del hombre de acero de DC, fue un fracaso. Aunque personalmente, tenía algo que me gustó, mi opinión fue apabullada por el mar de críticas a que era muy lenta y aburrida, que la hacía palidecer aún más frente al magistral reinicio de Batman por Nolan, un año antes. Y Christopher Nolan tuvo que cerrar su épica trilogía con el caballero oscuro, para que DC decidiera apostar de nuevo por Superman. La apuesta, arriesgada porque debía caminar a la sombra de lo hecho por Nolan, además debía sentar las bases para el futuro proyecto de la Liga de la Justicia. Superar el mito o fracasar estrepitosamente y enterrar para siempre el panteón heroico de DC mientras Marvel reina sin contratiempos. Pero quizá, el mayor obstáculo para Superman, era convencer al público que él no es aburrido. Y no está pasado de moda. Y no defiende valores obsoletos e incompatibles con la época.

Y no tengo dudas que lo hecho por Man of Steel (2013) de Zack Snyder, supera con creces las expectativas que se tenían respecto a este nuevo acercamiento a Superman. No solo hacia nuevas audiencias, pero también a los fans del personaje en los comics que si bien tienen algunas quejas respecto a las libertades que se toma del mito, no opacan todo lo bueno que sí se logra. Quien no conozca a Superman, tendrá la historia de su origen y la decisión de este alien en la tierra de convertirse en héroe. Quien ya esté familiarizado con él, no creo que se sienta incómodo en repetir la historia, dada la cantidad de nuevos detalles que se agregan sobre todo con la cultura de Krypton, el planeta oriundo de Superman, la sociedad, castas y la tensión entres estas como las de la casa El encabezada por Jor-El (Russell Crowe) y de tradición científica opuesta al militarismo de su amigo el General Dru-Zod (Michael Shannon) el cual intenta un golpe de estado contra la élite de Krypton. La historia luego se desarrolla a partir de flashbacks entre la destrucción de Krypton, el intento de Jor-El por salvar a su hijo enviándolo hacia el planeta Tierra, la llegada de Kal-El/Clark (Henry Cavill) a nuestro mundo y su adopción por la familia Kent. Desde su niñez hasta su complicada adolescencia aliviada por los sabios consejos de su padre adoptivo Jonathan Kent (Kevin Costner) el cual no solo lo ayuda a comprender sus nacientes sus poderes sino también proporciona una educación ética de qué hacer con ellos. Mientras tanto, en el presente, kriptonianos exiliados que se salvaron de la destrucción de su planeta natal, llegan a la Tierra en busca del último hijo de Krypton. Encabezados por Zod los invasores dan un ultimátum al planeta para entregar a Kal quien debe salir de su anonimato, tomar el manto de la casa El y defender su nuevo hogar.


Muchas personas con las que conversé y traté de animar a ver esta película, y mostraban reparos a hacerlo, coincidían en un punto. Superman es aburrido. Mejor es Wolverine… o Iron Man. Incluso, al final del film, un amigo me dijo que no estaba mal, pero era muy norteamericano. Y esos dos puntos quiero que sean ejes de mi crítica. En primer lugar, hay un problema grave para Superman y posiblemente para Wonder Woman (aunque ella puede manejarse desde un eje de género) y el Capitán América. Evidentemente estos héroes aparecidos entre 1938 y 1941 (pre-segunda guerra) son muy norteamericanos. Tienen los colores de la bandera en sus uniformes, representan una idea y los fundamentos desde los cuales la sociedad norteamericana se pensaba. La verdad, la justicia y el estilo de vida norteamericano. Y eso funcionó perfectamente porque estos personajes sostenían un ideal social posible y deseable. Lo cual dejó de ser tan creíble durante la década de los 60 para adelante, que conlleva la emergencia de un nuevo tipo de consumidor (ver este artículo al respecto) con la aparición de superhéroes “demasiado humanos” y propensos al error hasta llegar a exaltar a antihéroes como modelos de conducta. Muy atrás quedó la utopía de pensar en la imposibilidad de modificar la esencia humana e infalible del superhombre. Desde nuestra perspectiva contemporánea, este ser es imposible, es falso o en el peor de los casos, propenso a tener una agenda detrás de la careta.

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Man of Steel así como The Dark Knight (en realidad el universo de Nolan) comparten un punto de partida común de la naturaleza heroica y es el sometimiento a una autoridad superior, encarnada no por el superhéroe, sino por la ley del hombre. Es decir, lo social en donde el superhéroe es un complemento pero no un suplemento. No es casualidad que este compromiso, de ambos héroes de DC, con el todo social esté refrendado en la fuerza de la figura paterna, es decir, en estos significantes de autoridad que soportan la idea de comunidad. Kal-El/Clark se constituye como Superman solo a partir de la existencia de estos soportes. La importancia paterna, además, se entienden como los garantes de la moralidad, democracia y el progreso científico, es decir, los ejes culturales de lo norteamericano. No es de extrañar entonces, que más de la mitad de película corresponda a esta educación ética que tanto Jor-El como Jonathan Kent imparten en su hijo, y la lección más importante quizá sea interiorizar ese discurso paterno, hacerlo uno y propio. Las palabras de Jonathan son “tú debes buscar esa razón, decidir qué clase de hombre porque cambiarás el mundo”. Por supuesto, el héroe debe tomar esta decisión ética por convicción y no de manera impuesta, no llevado por el ego, la venganza o la culpa. El dilema ético, el de la defensa de la comunidad, sosteniéndola (en sus leyes y el funcionamiento del sistema) pero no reemplazándola, es una decisión propia y constitutiva. De lo anterior, se desprende entonces que no existe un superhombre sin aquel anclaje con lo social.

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En este film, Superman grafica esta posición al rendirse al ejército para salvar la Tierra de la amenaza de Zod. Kal-El dice textualmente: “Me entrego a la humanidad” y aunque existe una tensión entre él y los militares, es indudable que él no va a ponerse por encima ni en lugar de ellos. Todo lo contrario sucede por ejemplo al final de The Avengers, en donde los Vengadores simplemente se ríen en la cara del “conclave” de líderes mundiales que piden que estos acaten las órdenes de una autoridad. El superhombre es un individuo excepcional justamente por este motivo, porque a pesar de su poder sabe que su lugar no es reemplazar la ley sino apoyarla. La duda hacia el superhombre moralmente superior es de la época y reside en la imposibilidad de seguir creyendo en el sometimiento a la autoridad (Ver al respecto también Superman: Birthright en donde esto es expresado literalmente). El hombre contemporáneo no puede, no debe hacerlo, no ha sido creado para creer en algo mayor a sí mismo. Mientras que la respuesta de Superman no hace más que levantar sospecha, la de los Vengadores se acerca a una actitud tangible con nuestra era como la respuesta narcisista del sujeto hacia el deber colectivo. El universo de DC mantiene una estructura clásica y reserva ese lugar a sus villanos, o antihéroes en el mejor de los casos. En Man of Steel, es el General Zod quien la encarna. En el enfrentamiento final, cuando Superman ha destruido los planes de los kriptonianos por recrear su planeta natal a costa de exterminar la raza humana, Zod increpa al último hijo de Krypton, con genuina frustración y lamento “los prefieres a ellos sobre nosotros, sobre Krypton”. Jor-El había enviado a su hijo a ser humano primero y crear un puente entre ambas culturas, pero con Zod no hay chance para un nosotros. Zod es la imposición de la singularidad sobre el proyecto colectivo, él es literalmente la muerte del otro.

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Kneel before Zod!

No obstante, Man of Steel no presenta a un superhombre inmaculado. Si bien logra funcionar sobre la base conservadora de mantener vigente el proyecto colectivo con el soporte del superhéroe, se permite cuestionar la integridad de este. Hacia el final de la película, el enfrentamiento final lleva a Superman a pelear contra Zod, literalmente a muerte. Zod, viéndose derrotado, decide asesinar a unos humanos para castigar a Kal. Este, intenta convencer a su rival de deponer su actitud pero sin resultados. Ante el inevitable fin, Superman le rompe el cuello a su enemigo, salvando a los humanos pero a un precio muy alto. La infalibilidad del héroe es puesta en suspenso a partir de una decisión moral y éticamente cuestionable. El borrar estas líneas de lo blanco y negro para un seguidor de DC no debería ser una sorpresa. Ya la compañía había trabajado esa idea en el preludio de su serie Infinite Crisis, cuando es Wonder Woman quien ejecuta a un enemigo (Wonder Woman #219. 2005) de manera idéntica a como Superman mata a Zod en este film. Sin lugar a dudas, muchos podrían afirmar que es una desviación imperdonable del mito de Superman (un argumento debatible porque ya lo hizo en universos paralelos) pero quizá fallan en ver el panorama más amplio. Creo que yo que el asesinato de Zod no es de por sí un quiebre a la ética superheroica sino la piedra fundacional de esta. Es el dibujo de la línea a nunca más cruzar. Es la limitación de hasta dónde puede llegar el héroe por un bien superior. De hecho es una apuesta arriesgada el mostrar este lado de Superman, pero no dudo que será una decisión con la que tendrá que vivir hasta el final con sus pros y contras y acabará favoreciéndolo pues ayudará a darle forma al personaje,

En conclusión, en una época marcada por el ocaso de lo colectivo, DC mantiene su apuesta de hacernos creer que este proyecto aún es posible. Que existe aún algo excepcional, en el héroe como modelo, pero en el fondo, en cada ciudadano, para reafirmar la apuesta de comunidad. Quizá esa sea la verdadera fantasía, y no tanto el creer que un hombre pueda volar. Pero no seamos pesimistas y demos el beneficio de la duda. Y saliendo hacia la superficie, debo confesar que Man of Steel superó mis expectativas, no solo por plasmar en pantalla a un personaje complicado como Superman, sino que de cierta manera mantiene una identidad respecto a lo bueno de la trilogía de Batman, y no tengo dudas que sienta las bases de la posible Liga de la Justicia. Henry Cavill hace un muy buen trabajo como Superman, aunque quienes se roban el show son Russell Crowe y Kevin Costner. Ambos, en su interacción con el hombre de acero, crean los momentos más memorables del film, de mayor intensidad dramática, bien balanceados también con la última hora llena de acción sin pausa, en donde la música de Hans Zimmer termina de redondear el regreso de Superman a la pantalla. Un regreso entre lo grandioso y lo legendario.

Man of Steel (2013) on IMDb
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