jueves, 3 de mayo de 2012

Another Earth

En una definición muy breve y generalizada de la justicia, podemos decir que esta es una manera de buscar equilibrio entre el daño y el castigo por el perjuicio recibido. Así, la sanción al agresor debe estar en equivalencia con el daño que ha provocado, buscando un equilibrio para ambas partes. A este proceso, Nietzsche lo veía como una relación de deuda, entre un acreedor (la persona que recibió este daño) y un deudor (el culpable). No obstante, a veces el pago (la privación de la libertad, o incluso la muerte) no es suficiente para saldar la deuda, cuando la falta va más allá de lo que uno puede dar para restituirla. Es allí donde puedo pensar que entra la noción de la culpa, cuando la necesidad de restituir por la falta no viene por la imposición de otro, sino de ti mismo. En palabras de Freud, es la manera como el yo recibe la crítica del superyó.

Este no es un tema que pase desapercibido en el cine, y una de las películas que trabaja este tema de manera magistral es The Machinist (2004), donde el personaje central estaba preso en sí mismo, víctima de una angustia que lo castigaba por no haber pagado su culpa. Sobre esta línea, es donde trabaja Mike Cahill con su muy buen film Another Earth (2011), con la diferencia que construye este drama bajo la apariencia de ciencia ficción, sin que ninguno de estos registros se estorben, sino que se complementen.

Rhoda Williams (soberbia actuación de Brit Marling que además es la guionista) es una chica que tiene todo en sus manos. Es joven, guapa y va a entrar al MIT. La noche anterior a este acontecimiento va a una fiesta y regresa a su casa ebria y manejando. Mientras conduce a un previsible choque, oye por la radio que científicos han descubierto que sobre nuestro planeta orbita otro planeta idéntico al nuestro. En ese momento, se estrella con el auto de la familia Burroughs, matando a la esposa y al niño y dejando en coma al esposo, John Burroughs (William Mapother). Años después, Rhoda sale de la cárcel, y aunque por ser menor de edad su identidad nunca fue revelada, ella es incapaz de rehacer su vida al no haberse podido perdonar, intentando incluso suicidarse. Hasta que descubre que John ha salido del coma y a partir de ese momento, trata de buscar el imposible perdón de este a medida que nuestro planeta intenta hacer contacto con nuestra imagen especular.


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La imagen de un espejo roto

Aquí voy a ser tajante. La forma de la ciencia ficción no debe tomarse tan en serio, tiene algunas deficiencias en cuestiones sobre física, pero para el propósito del film resultan detalles menores. Ser quisquilloso sobre improbables teorías científicas, hacen que uno pierda de foco la potencia de su argumento. La gran fuerza de la película reside no en cómo se destruyen los personajes (como dije, es un inicio previsible y sin mayor interés), ni tampoco en cómo se construyen estos (pues eso implicaría la esperanza de un final feliz y nada convincente). La maestría del film está en jugar con la idea de la exploración al infinito sobre la introspección más profunda, poner sobre la búsqueda de mundos posible a personajes rotos en mil pedazos, pero que aún así evitan en su tristeza y soledad quebrarse del todo. El mundo trata de comunicarse con esta otra tierra y mientras existen dos personajes destruidos que evitan el contacto humano y cualquier forma de comunicación. Y sin embargo, la única posibilidad de encontrarse, solo los destinaría de nuevo al silencio.



Por ello, la debilidad de Rhoda para confesarle su crimen. La culpa que se proyecta sobre sí misma la hace castigarse, no físicamente pues en ese plano ya no puede sufrir más, sino en la misma angustia que representa el vivir y darle vida a quien tanto daño has hecho. Si en un principio, la culpa estaba revestida con un componente destructor, luego de haberse acercado a John y haberle devuelto la esperanza de vivir, la culpa ahora acarrea el temor de preservar y perder aquello que es amado. Se entiende entonces que la escena de la confesión coincida cuando ambas tierras hacen contacto y cuando Rhoda gana un pasaje a este nuevo mundo. En uno de los momentos más duros y fuertes del film, pero también una de las más sublimes, Rhoda se somete nuevamente al juicio por su crimen, al decirle toda la verdad a John. Pero esta vez ya no hay un superyó que castigue constantemente, ahora Rhoda puede al fin saldar esta deuda entregándole a John algo que pueda restituirle su pérdida. No es el dolor, no es la muerte, sino es una nueva vida. Rhoda renuncia a todo y le da aquello imposible, el pasaje a la otra tierra, donde su familia aún vive.

A priori, parecería que argumentalmente es una salida fácil, pero eso llevaría a comprender mal lo que hemos estado viendo ya que puede leerse de otra manera. La liberación de Rhoda pasa no por esa conquista de lo desconocido del mundo exterior, sino por hacerlo en lo desconocido del mundo interior. Haber pagado su deuda es reencontrar a su psique y su cuerpo al librarse de la culpa. Es encontrarse a sí misma. Literalmente hablando. Visual y acústicamente absorbente (la música que John le toca a Rhoda es memorable), con un argumento quizá no novedoso sobre el dolor y la culpa de nuestras acciones pero sí muy bien desarrollado, y con una emotiva performance tanto de Mapother como de Marling, sin duda que Another Earth es una película que merece la pena verse.

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